sábado, 3 de septiembre de 2011

LA MUERTE DE BUNNY MUNRO por Nick Cave


Nick Cave. Foto: Bleddyn Butcher


16

En un enorme televisor de plasma que ocupa una esquina de la sala en un adosado de Newhaven, Bunny cree ver, por el rabillo del ojo, nuevas imágenes del Asesino Cornudo embistiendo entre una estampida de compradores con su tridente característico. Pero no puede estar completamente seguro porque una cuña de luz crepuscular se ha desplazado sobre la pantalla desdibujando la imagen. Con todo, sí logra detectar en los píxeles desteñidos una sensación ya familiar de terror (reconoce los gritos horrorizados de la multitud) y se pregunta fugazmente a qué distancia de Brighton se halla ese capullo demente.
—Ofrecemos una línea altamente satisfactoria de elevado rendimiento que combina lo mejor de un siglo de investigación dermatológica con fórmulas tan exuberantes como sensualmente placenteras —le dice Bunny a Pamela Stokes.
Bunny piensa que Pamela Stokes parece salida de una lechería en uno de los sueños más húmedos de Poodle. Lleva una camiseta sanguínea abierta por detrás que se tensa sobre unas tetorras marcianas y una falda vaquera negra con arabescos de purpurina esmeralda en cada muslo. Las cejas son perfectas y bien arqueadas. La expresión de su rostro sugiere que lo ha visto todo: sus ojos son dos pozos de insondable experiencia. En la mejilla izquierda tiene una cicatriz en forma de V, como si un pajarito hubiera estado picoteando por allí.
—¿Qué le ha pasado a su nariz? —pregunta ella.
—Mejor no pregunte —dice Bunny tocando suavemente las puntas del papel higiénico ensangrentado—. Baste decir que el otro tipo tiene mucho peor aspecto. —Y renuncia a más comentarios salvo para añadir—: Al menos yo conservo la nariz.
Bunny se inclina hacia delante en la butaca y retoma su parlamento.
—Esta gama completa funciona sinérgicamente con los ritmos naturales de la piel y la protege contra los signos de envejecimiento prematuro, al tiempo que procura ventajas dermatológicas sin precedentes...
—¿Os ponen a todos nombres de tiernos animalitos en... —y Pamela señala el logo del maletín con una uña rabiosamente esmaltada en rosa—... Eternity Enterprises?
—¿Eh? —exclama Bunny.
—Te dijo dónde vivía, ¿verdad? —pregunta Pamela mirándolo a los ojos.
—Bueno...
—¿Cómo se llamaba?
—Eh... Poodle —dice Bunny mientras desenrosca el tapón de una crema de manos; suspira; vaya mierda de día, piensa. ¿Es que todas las mujeres han tenido la regla el mismo puto día?
—¿Qué te dijo de mí? —pregunta Pamela.
—Dijo que era una clienta de lo más complaciente.
—¿Ah, sí, eh? —dice Pamela, y los ojos de Bunny se nublan ante el drama de sus pulmones llenándose de aire mustio para liberar un contrito suspiro.
—De lo más atenta, dijo. Incluso solícita.
Bunny ve un conejito gigante envuelto en celofán instalado sobre la repisa de la chimenea, pero antes de que haya tenido tiempo de considerar la extraordinaria coincidencia, Pamela, que tiene aspecto de haberse visto forzada a tomar una decisión ingrata y funesta, se hunde en el sofá y dice:
—Sigue hablando sobre la crema de manos.
—Bien, Pamela, esta poderosa crema hidratante anti-edad suaviza la piel y exfolia células superficiales para lograr un aspecto...
Pamela se mete una mano bajo la falda y con un sutil contoneo de las caderas se desprende de las bragas. Son tan blancas e inmaculadas como un copo de nieve.
—... más terso y juvenil. Su fórmula incorpora una fragancia relajante...
Pamela se arremanga la falda y abre las piernas.
—... que suscita una sensación de... confort y... sosiego —dice Bunny adivinando una esculpida trama de negra pelusa suspendida sobre la raja como una bandera pirata o algo así. Cierra por un segundo los ojos, se imagina la vagina de Avril Lavigne y las lágrimas empiezan a resbalar por sus mejillas.
—¿Estás bien? —pregunta Pamela.
—Ha sido un día muy duro —responde Bunny secándose la cara con el dorso de la mano.
—Tengo un presentimiento contigo —dice no sin cierta ternura.
—Ya… —dice Bunny.
—Creo que las cosas van a empeorar notablemente.
—Lo sé —replica Bunny con una lucidez repentina y mareante—. Y eso me asusta.
Pamela adelanta las caderas.
—¿Te gustan los coños, Bunny?
Suena un ligero chasquido cuando el labio inferior de Bunny se derrumba. Sus años protagonizan una espectacular fuga cinematográfica.
—Sí, me gustan —contesta.
—¿Cuánto?
—Los adoro —nota cómo se evapora una tremenda carga psíquica mientras su vida se escabulle hacia el pasado.
—¿Cuánto los adoras?
—Más que nada en el mundo, más que a la propia vida.
Pamela recoloca sus caderas.
—¿Adoras mi coño? —pregunta deslizando un dedo parabólico en el interior de su vagina.
—Sí, me encanta, me entusiasma —dice Bunny con un hilo de voz—. Lo veneraré por los siglos de los siglos.
Pamela lo reprende suavemente.
—No me mentirías, ¿verdad, Bunny? —dice mientras su mano izquierda describe círculos en el aire como una estrella de mar rosa y amputada.
—Jamás, es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Lo juro por lo más sagrado.
Pamela extrae su dedo reluciente para hacerle una señal a Bunny.
—Pues ven y píllalo —dice con voz cavernosa.
Bunny resbala de su butaca, cae de hinojos y gatea con la torpeza de un neonato sobre la moqueta raída del adosado: un tubo de crema en el puño, un puto cohete en los calzoncillos y una estela de lágrimas derramadas a su espalda.

Cuásar: cuerpo compacto ubicado mucho más allá de nuestra galaxia que parece una estrella en las fotografías pero presenta un corrimiento al rojo propio de los objetos extremadamente remotos. Los cuásares se distinguen por una estructura extremadamente compacta y una velocidad de desplazamiento al rojo que se aproxima a la de la luz. Son los objetos más luminosos del universo. Eso opina Bunny Junior, y se lleva las rodillas hasta el pecho. El chico cree que si permanece donde está, en el Punto estacionado en Meeching Road, Newhaven, su madre acabará por encontrarlo, y mientras lo piensa percibe una alteración en el aire y huele el aroma de la crema de manos que ella usaba. Nota el leve toque de su mano sobre la frente. Puede sentir cómo traza su perfil con el dedo índice, frente abajo, entre sus ojos adormilados, a lo largo de su nariz hasta alcanzar los labios, que el dedo aprieta en un simulacro de beso. Bunny Junior oye una voz (la suya propia o la de ella, no está seguro) que dice: «tú... eres... el... objeto... más luminoso... del... universo», y siente entonces que el aire lo envuelve delicadamente.

¡¿Cuál es la capital de China?!
Bunny Junior despierta al olor de la crema de manos y al aleteo de los dedos maternos en retirada. Su padre está sentado junto a él, resollando e inflamado, sin chaqueta, la camisa abierta, su acicalado pelo lunáticamente revuelto. Una espuma blanca se le ha almacenado en las comisuras de la boca, su nariz parece un tomate herido y sus ojos están activados por un gozo salvaje.
Bunny Junior se incorpora y agarra el aire hueco que hay frente a él.
—¿Mamá? —dice—. ¿Mamá?
—¿Eh? —dice Bunny.
El chico se frota el sueño de la cara.
—Pekín —dice.
Bunny ejecuta una pequeña escena con los índices de ambas manos.
—¿Cuál es la capital de Mongolia?
El chico abre y cierra cajitas en su mente, pero está aturdido por el sueño y la operación lleva su tiempo.
—¡Venga! El tiempo vuela —dice Bunny, que se está peinando frenéticamente ante el retrovisor.
—¡Uláán Baatoor! —dice—. Antes Urga.
Bunny deja de peinarse y por algún motivo procede a una imitación de Frankenstein: simula que le sale electricidad de las orejas y exclama:
—¡¿Ulaanbaa... qué?!
—Uláán Baatoor, papá —dice Bunny Junior.
Bunny suelta una carcajada contagiosa, se palmea los muslos y pega una sacudida hacia delante, agarra a su hijo por la cabeza y le da un golpecito en la coronilla.
—Mi hijo, ¡un maldito genio! ¡Tendrías que salir en la tele! —grita Bunny mientras arranca el coche; luego vira hacia la carretera y se oye un estruendo de bocinas.
—¡Joder, qué bien estar de nuevo en marcha! —exclama restregándose el paquete.
—Has tardado mucho tiempo, papá —dice el chico.
—¿Qué?
—Que has estado mucho rato.
Bunny tuerce en Brighton Road.
—Sí, ya lo sé, pero si quieres salir a la carretera conmigo lo primero que debes aprender es a tener paciencia. Ésa es la primera ley y la fundamental de las ventas, Bunny Boy: paciencia —dice Bunny.
Bunny acelera y adelanta a una hormigonera granate.
—Es como esos jodidos guerreros zulúes de África o de donde sea.
—Natal —dice el chico.
—¿Qué?
—Sudáfrica.
—Sí, joder, lo que sea. El caso es que si un guerrero zulú quiere cazar un antílope, una cebra o algo así, no va a ir pisoteando los matorrales con sus botazas esperando que el antílope se quede quieto. Debe recurrir a lo que en el oficio se conoce como sigilo.
Sigilo y...
—Paciencia —dice Bunny Junior comprimiendo una sonrisa. Bunny se bate solemnemente el pecho con un puño y su expresión cobra intensidad.
—Ahora eres uno con tu presa... y te mueves con cautela, furtivamente, hacia ella y entonces... ¡toma!... ¡clavas la lanza en su maldito corazón!
Bunny golpea el salpicadero con la mano para acentuar el dramatismo y luego mira al chico:
—¿Por qué haces esas cosas tan raras con los pies?
—Te has dejado la corbata, papá.
Bunny se pasa la mano por el cuello.
—Mierda —dice mansamente.
—Te la has dejado en la última casa —dice el chico.
—Ya, bueno, Bunny Boy, ¿alguna vez has oído hablar de un guerrero zulú que llevara una puta corbata?
El Punto se dirige ahora hacia el oeste por la carretera costera y el niño observa cómo se pone el sol más allá del horizonte y tiñe el mar de amarillo dorado, luego de dorado rosáceo y más tarde de un etéreo azul melancólico.
—¿No vas a volver a buscarla?
—Hostia, no. ¡Tengo una maleta llena de corbatas!
—Mamá te la regaló —dice Bunny Junior.
Bunny se rasca la cabeza y se vuelve hacia el chico.
—Vale, hijo, mira, esto va en serio y te lo voy a explicar. Éste es uno de esos momentos en que tienes que escuchar atentamente y, aunque seas joven, tratar de comprender. Hay otra ley en el mundo de las ventas de la que no te he hablado. Es una ley absolutamente crucial. Es incluso más importante que la de la paciencia. Cualquier vendedor que valga la pena te contará lo mismo. ¿Quieres saber de qué se trata?
—Sí, papá.
—Bien, pues deja de dar pataditas con los pies y te lo cuento.
—Vale, papá.
—Nunca regreses. ¿De acuerdo? Nunca, jamás, regreses. ¿Y quieres saber por qué?
—Vale —dice el chico, y a lo largo de la carretera costera se encienden todas las farolas y el niño ve un esplendor asombroso y místico.
Bunny contempla a su hijo con gravedad.
—Pueden anular el pedido.
—¿De verdad? —pregunta el chico.
—Sí, créeme, sucede —dice Bunny—. ¿De acuerdo?
—De acuerdo, papá. —Y se sonríen el uno al otro.
Bunny enciende los faros y pasan ante una valla publicitaria(Kate Moss en topless con unos vaqueros de Calvin Klein) y entonces recuerda una charla entre Poodle, Geoffrey y él mismo en el Wick. Poodle, que no paraba de trasegar tequilas, sorber pedazos de limón y lamer el sobaco de la chica sentada junto a él, dijo: «Bueno, si incluyes las ancas yo soy sin duda un hombre de piernas». Geoffrey, que estaba sentado como el rey Tut o Buda o alguien, se palpó sus voluminosos pechos y dijo: «Tetas, no hay discusión». Luego ambos miraron a Bunny, que simuló considerar la cuestión por un instante, aunque no lo necesitara. «Soy de vagina», dijo Bunny, y sus dos colegas callaron asintiendo. A Bunny le encanta Kate Moss, la ve enrollada, le baja sus Calvin Klein, aporrea el claxon y piensa: «He vuelto, coño».
—Sé donde compró esa corbata, por si quieres otra —dice el chico.
Bunny golpea con las manos el volante del Punto y mira alrededor.
—Cierra los ojos, venga, cierra los ojos y no los abras hasta que te lo diga.
El chico se pone las manos en las rodillas y cierra los ojos. El Punto pega un volantazo hacia un McDonald’s de carretera y chirría hasta detenerse.
—Ahora, ábrelos —dice Bunny, y el chico puede oír el paroxismo latente en la voz de su padre.
La luz de un inmenso símbolo de McDonald’s ilumina la cara del chico bañándola en oro, y Bunny puede ver una pequeña «M» amarilla en cada ojo de su niño mientras abre la puerta del coche para salir esperpénticamente a la luz del anochecer.
—Ahora dí que no quieres a tu padre —ruge.


[Extracto de 'La Muerte De Bunny Munro']
Mira a Nick Cave leyendo extractos del libro aquí
Watch Nick Cave reading chapters from the book here









Nick Cave. Foto: Bleddyn Butcher.

"Creo que siempre he tenido un fuerte impulso creativo. Y probablemente eso me salvó de abandonarme por completo.""I think I have always had a pretty strong creative impulse. And that has probably saved me from abandoning myself completely."

"La gente siempre dice que les asustan los cambios pero a mí lo que me asusta es que todo siga igual. Porque el juego no se gana quedándote mucho tiempo quieto en el mismo sitio.""People often talk about being scared of change but for me I'm more afraid of things staying the same. 'Cause the game is never won by standing in any one place for too long."

"Un libro que solía regalar mucho y que me parece extraordinario es 'Los Confidentes' de Bret Easton Ellis. Creo que es un gran libro. Soy muy fan de toda su obra. Ese libro en particular es extraordinario de principio a fin. Tiene un efecto extraño, te parece que tienes que leerlo rápido, pero si te paras en cada párrafo y cada frase resulta que son extraordinarios. Definitivamente es un autor contemporáneo que me gusta recomendar y sobre todo ese libro en concreto." "One book I tended to give away quite a lot which I think is extraordinary is The Informers by Bret Easton Ellis. I think it’s great book. I’m actually a huge fan of his. That particular book—The Informers—line for line is just extraordinary. It has this effect—you feel you like you need to read him fast, and if you don’t and you just check out one line followed by the next line, what he’s writing to me is just extraordinary. He’s definitely a contemporary writer that I’ve sort of turned people on to—that particular book of his."

"Mi paseo favorito diario [en Sao Paulo, Brasil]. Voy hacia el bar local. Cruzo la puerta, subo la calle, paso por una chatarrería con gallinas y perros. Y subo una especie de colina hasta mi bar favorito, San Pedro's. Hay una camarero gigante tras la barra, el tipo más gordo que haya visto en mi vida. La gente del lugar se refiere a él como una mujer gorda, pero en realidad es un tipo con bigote y todo. A mí me parece más como un bebé gigante. Me siento allí y leo, bebo y contemplo el sentido de la vida. Luego cojo el camino de vuelta.""Well, I make my favourite walk daily [in Sao Paulo, Brazil]. Which is up to my local bar. Out the door, up the street, past the junkyard where the chickens and the old junkyard dog sits. And up a steep hill to my favourite bar, San Pedro's. There's this giant barman there who is the fattest guy I've ever seen. He is constantly described by locals as a huge woman, but he's a man with a moustache. He looks more like a giant baby to me. I sit there and read, drink, and contemplate the meaning of life. Then I walk back down."

"Yo tomo ideas de todas partes, de todo lo que me excita, y con un poco de suerte puedo sacar una canción de por ahí. Puede salir en ocasiones de la peor novela de aeropuerto. No tiene por qué ser necesariamente buena literatura para que me inspire. Ni siquiera te puedo decir lo que estoy leyendo ahora. Leo como unos tres o cuatro libros por semana." "I draw influences from everywhere, in terms of a line that will excite me - and maybe a song will develop out of it. It can often come from the worst airport novel you could ever find. It doesn't necessarily have to be good literature to be inspiring. I couldn't tell you what I was readingat the time. I read three, four books a week."

"Mira, mi padre era profesor de Lengua. Su sentido del lenguaje era casi obsesivo, y su sangre corre por mis venas. Me llevó mucho tiempo desconectar de eso, y aceptar que un puñado de palabras es sólo algo que tiene un significado, en lugar de darles forma y hacerlas parecer algo sofisticado y abrir la Caja de Pandora a cada momento y todo eso." "You see, my father was an English literature teacher. His approach towards English was almost obsessive, and his blood is going through my veins. It took me a long time to disconnect from that, and to accept a bunch of words as something that has a meaning, instead of trying to shape them up and make them look sophisticated and open the thesaurus and all.”

"[Hablando sobre sus lecturas de joven en la escuela] Guiseppe Lampedusa y 'Crimen y Castigo' me dejaron noqueado. Leíamos 'Tess' y demás, lo típico. Pero no leímos 'El Guardián Entre El Centeno', quizás afortunadamente. Es un libro que evité durante mucho tiempo pero lo leí hace dos años y me cambió la vida." "[On his readings as a teen in school] Guiseppe Lampedusa and -Crime and Punishment-, which knocked me for a six. Tess, the usual stuff. We didn't do, perhaps fortunately, Catcher in the Rye. It was a book I avoided for a long time and read two years ago and it changed my life."

"Mi padre me mostraba a menudo dos extractos de literatura que quería que permanecieran en mí. El primero era el párrafo inicial de 'Lolita' y el otro era la escena del asesinato en 'Crimen y Castigo'. Las consideraba excepcionales. Incluso me las leía siendo yo muy joven. Me encantaba la brutalidad y sinsentido del asesinato, el doble asesinato, en Dostoievsky" "My father showed me two pieces of literature and tried to drum them into my head. The first was the opening paragraph of Lolita and the other was the murder scene in Crime and Punishment. He considered them to be exceptional pieces of writing. He actually read them both to me several times at an early age. I loved the senselessness and brutality of the murder, the double murder, in Dostoyevsky."

"Todavía leo la Biblia a menudo. Me parece un libro extraordinario." "I still read the Bible often. I find it a magnificent book."

"No es ningún secreto que yo sólo escribo sobre una cosa: mis obsesiones." "I never made a secret out of the fact that I’m only writing about one thing: my own obsessions."