domingo, 1 de julio de 2012

Lolita

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Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
¿Tuvo Lolita una precursora? Naturalmente que la tuvo. En realidad Lolita no hubiera podido existir para mí si un verano no hubiese amado a otra niña inciática. En un Principado junto al mar. ¿Cuándo? Tantos años antes de que naciera Lolita como tenía yo ese verano. Siempre puede uno contar con un asesino para una prosa fantástica.
Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que los serafines, los errados, simples y noblemente alados serafines envidiaron. Mirad esta maraña de espinas.


Primer capítulo de 'Lolita', Vladimir Nabokov, 1955.



























ImágenesImages: Sue Lyon, 1962
Fotos promocionales de 'Lolita' (Stanley Kubrick, 1962)
Promo shoots for 'Lolita'.
Fotografías dePhotos by Bert Stern y Willy Rizzo
[Algunas imágenes deSome images from Lost in Lolita's Haze]















"[...] Bueno, es sin duda una de las grandes historias de amor, ¿no? Creo que la pieza de Lionel Trilling en Encounters es muy acertada cuando habla de ella como "la primera gran historia de amor del siglo 20." Y utiliza como razonamiento los ingredientes del choque total y distanciamiento que los amantes, en todas las grandes historias de amor del pasado, han producido en las personas que los rodean. Si tienes en consideración Romeo y Julieta, Ana Karenina, Madame Bovary, todos tenían una cosa en común, ese elemento de lo ilícito o al menos lo que se consideraba ilegal en el momento, y en cada caso tenía como consecuencia su completa enajenación de la sociedad.

Pero entonces, en el siglo 20, con la desintegración de los valores morales y espirituales, se convirtió en algo cada vez más difícil y finalmente imposible para un autor originar algo creíble en ese tipo de situación, concebir una relación que podría producir ese choque y el alienamiento - a lo que se recurrió entonces para conseguir el valor de choque fue a la pulsión erótica. Por lo tanto Trilling sentía que de alguna manera Lolita había triunfado, en la tradición clásica, con toda la pasión tormentosa y la ternura de una gran historia de amor, así como ese elemento de alienación de los amantes con el mundo que les rodea. Y, por supuesto, Nabokov fue brillante en evitar cualquier indicación de aprobación por parte del autor sobre la relación. De hecho, no es hasta el final, cuando Humbert la ve de nuevo cuatro años más tarde, y ella ya no encaja de ninguna manera en la definición de una ninfa, que el amor verdadero y desinteresado que siente por ella se revela. En otras palabras, ese elemento de alienamiento, incluso del propio autor de la historia - y, desde luego, del lector - se lleva a cabo, y se mantiene, casi hasta el final. [...]"

Stanley Kubrick en conversación con Terry Southern, Julio 1962.
[Click here for the complete interview in English]












"[...] En un país libre no debe esperarse que ningún escritor se inquiete por el límite exacto entre lo sensible y lo sensual. Eso es ridículo. Sólo puedo admirar, pero no emular, la destreza de juicio de quienes colocan a los jóvenes mamíferos fotografiados en las revistas de tal modo que la línea de la espalda esté lo bastante baja para provocar la risa del director y lo bastante alta para no hacerle fruncir el ceño. Presumo que existirán lectores que encontrarán titilante la exhibición de palabras murales en esas novelas enormes y desesperadamente triviales escritas a máquina por los pulgares de densas mediocridades y consideradas fuertes o duras por la grey de los críticos. Hay espíritus apacibles que declararán sin sentido a Lolita porque no les enseña nada. No soy lector ni autor de novelas didácticas, y a pesar de la afirmación de John Ray, Lolita no tiene lastre moralizante. Para mí, una obra de ficción sólo existe en la medida en que me proporciona lo que llamaré lisa y llanamente placer estético, es decir, la sensación de que es algo, en algún lugar, relacionado con otros estados de ser en que el arte (curiosidad, ternura, bondad, éxtasis) es la norma. Todo lo demás es hojarasca temática o lo que algunos llaman la Literatura de Ideas, que a menudo no es sino hojarasca temática solidificada en inmensos bloques de yeso curiosamente transmitidos de época en época [...]"

Sobre Un Libro LLamado Lolita, Vladimir Nabokov, 12 de Noviembre de 1956.



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