jueves, 11 de junio de 2009

Joe Strummer y Granada




Presente en la red el anecdotario y las buenas historias de Jesús Arias sobre su amigo Joe Strummer, cantante de The Clash, quien a su paso por Granada produjo el disco 'Más de 100 Lobos' del grupo local de rock 091, además de veranear y residir en años posteriores en la vecina Almería. Jesús Arias es periodista y protagonista de la escena musical de la ciudad como miembro del grupo granadino pionero del punk TNT y otras aventuras como Exxon Valdez y hermano del cantante de Lagartija Nick Antonio Arias, quien fue a su vez integrante de 091.

Textos de Jesús Arias
:


El encuentro

La leyenda cuenta que estando en Barcelona Strummer oyó una canción de 091 y se emocionó tanto que le entró la necesidad imperiosa de conocerlos, viajando rápidamente a Granada. La realidad, como siempre, es otra:
"Estábamos en el 'Silbar' y llegó un tío, malencarado y zarrapastroso, le dijo a Tacho que tenía unas letras y Tacho se quitó de enmedio pasándomelo a mí, tenía una libretilla de esas de cuadros, sucia y hecha polvo. Empezamos a hablar y el caso es que, a pesar de la pinta de jipioso que tenía, había algo en su cara familiar. Yo me acordé de las historias que circulaban por Granada, de que si 'Los Clash' habían estado por aquí (cierto, cuando la primera espantada de Strummer) y se lo comenté a Tacho: "ostras este tío se parece a Joe Strummer. No le dijimos nada, pero al del bar le pedimos que pusiera algo de 'Los Clash', y allí estábamos los dos mirándolo a ver que hacía... Y sí, era él", recuerda José Ignacio Lapido."¡Una experiencia casi mística!".
El caso es que el inglés no soltaba prenda, recluido en una pequeña pensión se dedicaba a escribir en la famosa libreta, a beber ginebra en el Silbar y a perseguir a las chicas. Una noche fue recogido de madrugada en un estado lamentable, y completamente perdido, por un periodista del Diario de Granada y depositado, salvo, que no sano, en su fonda. Al día siguiente concedía a su salvador la única entrevista que daría desde la disolución de Los Clash hasta entonces. En aquella comida-entrevista a los pies de la Alhambra afirmó que le gustaba lo que hacían 091 y habló de sus nuevos proyectos, entre los que estaban el último álbum de la banda. Días después desapareció como había llegado, sin decir nada. Meses más tarde, cuando los Cero estaban preparando las maquetas en un estudio de la calle Recogidas para su inminente grabación, reapareció dispuesto a echar una mano a los granadinos, incluso escribió un par de letras para el grupo en el espaninglish mental que le caracterizaba, adaptadas por Gabi (Gabriel Contreras), un amigo de todos.

Se cree, se piensa mas allá del extremo del sur
Aunque podría ser al Este, dice el mangante
Esto es como si siempre soñara en el negro expreso que pasa
Trabajando en Recogidas with the sexis señoritas
El graffiti-boy graba una inscripción en las paredes de la catedral
El taxista espera the woman del amigo del general
La gente espera al hombre de chocolate
al hombre del chocolate
El limpiabotas hace disparates con maniquíes en los escaparates
La gente espera al hombre de chocolat
Esto es como si siempre soñara en el expreso negro que pasa
Trabajando en Recogidas With the sexis señoritas
With the sexis señoritas


El hombre que vino buscando a Federico García Lorca y terminó produciendo a Ceronoventayuno
Joe Strummer apareció por sorpresa en Granada una noche de octubre de 1984. Estaba acodado en la barra de un pub rockero, el ‘Silbar’, en Pedro Antonio de Alarcón, y buscaba a los integrantes de un grupo granadino cuyos discos había escuchado en una cafetería granadina: 091. Strummer, en realidad, había acudido a Granada tras las huellas de Federico García Lorca, cuya tumba quería descubrir y desenterrar en Víznar, pero se topó con los 091 y decidió producir su disco ‘Más de cien lobos’. Al grupo le ocurrieron centenares de anécdotas con el cantante. “Recuerdo que cuando volvíamos de Madrid en un Dodge de segunda mano que se había comprado nos detuvo la Guardia Civil por exceso de velocidad”, comenta José Ignacio Lapido. “La mujer de Joe estaba embarazada de su segunda hija y Joe no tenía carnet de conducir. Yo hice de traductor. Joe inmediatamente se inventó la excusa de que iba muy rápido porque su mujer estaba a punto de dar a luz. Al final, no nos pasó nada”. Antonio Arias, el bajista de 091, sufrió una pleuritis por aquella época que le obligó a estar varios meses en la cama. “Como Joe sabía de mi pasión por aprender a tocar el piano, y él estaba sin un duro en Granada, un día apareció por mi casa con un teclado dibujado en un trozo de cartón. Así fue cómo yo aprendí a tocar el piano: con el trozo de cartón de Joe”. Para el cantante, José Antonio García, conocer a Joe fue una experiencia casi mística. Él había acudido unos años antes a Madrid a ver un concierto de The Clash y estuvo tres días sin hablar de lo apabullado que lo habían dejado los músicos británicos. Años después tendría al cantante de aquella banda durmiendo en su casa durante semanas. García fue quien sugirió el nombre de la segunda hija de Joe Strummer, Lolita, la niña que fue concebida en Granada.

La grabación y la puerta metálica

1985. Debía ser primavera o así. De la época no me acuerdo. Los 091 estaban grabando las maquetas del LP 'Más de cien lobos' en un estudio granadino, el estudio de Fernando Romero, que estaba en la calle Pasaje de Recogidas, en Granada. Previamente a esas maquetas, durante finales del año anterior y comienzos de 1985, el grupo había estado grabando maquetas de las canciones en el ensayo y, la verdad, es que el trabajo estaba bastante bien. Joe escucho aquellas cintas, cuando ya todos los acuerdos para que él produjera el disco se habían cerrado, y estaba muy entusiasmado con el proyecto. Tanto, que él quiso empezar a querer ser parte de 091 como uno más. Se puso como loco a estudiar castellano (yo era el que le daba las clases) y a tratar de escribir canciones en español para 091.

Compuso dos que eran deliciosamente desastrosas. Una especie de bulería flamenca-rumba llamada 'Tú tienes Londres, tienes París' y otra llamada 'La Ferretería', un blues que hablaba "del hombre del chocolate", de "las bellas señoritas", mezclando palabras en castellano y en inglés. Como letrista en castellano, puedo decir que Strummer era uno de los tipos más desastrosos que he conocido: lo mezclaba todo sin sentido. Ya se lo hice ver cuando un día surgió el tema de 'Should I stay or should I go?' y me dijo que estaba muy orgulloso de haber escrito la parte en castellano con un amigo suyo en Londres. Se llevó un chasco cuando le dije que en España nadie se enteraba de lo que estaba cantando. "¿No se entiende ni una sola palabra?", me preguntó alarmado. "Ni una", le contesté yo. Y entonces me hizo una pregunta que me hizo tirarme de espaldas, muerto de risa:

"¿Y en México? ¿Se entiende lo que canto en México?".

Al final, cuando terminé de reír, le dije que no, que tampoco en México.

Un día le llevé una adaptación en castellano de 'Should I stay or should I go?', la leyó, me dió un abrazo, me dijo: "Muchas gracias, amigo", y se la guardó en el bolsillo como si fuera un tesoro. A todos los colegas ingleses que se fue encontrando a su vuelta a Londres, según me contaría después, les decía que ya tenía la letra de 'Should I stay or should I go?' en "correct Spanish", como si alguien le hubiera descifrado un jeroglífico.

Eso le animó mucho a aplicarse mucho en las clases que yo le daba de castellano y a esforzarse bastante. Llegó a dominar muchos giros en español, a soltar "hijo de puta" como si fuera del Sacromonte y cosas así. También le animó a intentar hacer sus pinitos poéticos como letrista...

El resultado fueron esas dos "joyas" que escribió para 091 y que están grabadas. Yo tuve copia de esas cintas durante mucho tiempo, pero debí prestárselas a alguien y no sé por dónde andarán. Pero seguro que tanto Tacho, que era el gran recopilador del material de 091, como José Antonio o Lapido lo deben tener por ahí. Sería espléndido que las sacaran. Como canciones son un desastre, unas simples maquetillas. Como documento histórico tienen su cosa.

Recuerdo el día que se grabaron en el estudio de Fernando Romero. El grupo llevaba bastantes días acumulando mucha tensión por toda la grabación "seria" de las maquetas, es decir, canciones como "Cuando pierdo el equilibrio" (que, en versión de 091, iba a toda leche y que luego Joe, en los estudios de Madrid, obligaría a rebajar de velocidad hasta llegar, como él dijo, "al feeling de Honky Tonk Women"), 'Blues para olvidar', 'En la calle'...

Al final de una de esas intensas sesiones, decidieron grabar las dos canciones de Joe. Lo hicieron con "sonido directo", es decir, con todo el mundo grabando al mismo tiempo y los micros abiertos por toda la sala. 'Tú tienes Londres, tienes París' tiene una introducción flamenca en guitarra acústica, y José Antonio se arrancaba a cantar como un cantaor flamenco. Tacho, Joe y yo éramos los palmeros: ta-ta...ta. ta-ta...ta, y todos en general hacíamos los coros:

"Tú tienes Londres, tienes París
y yo me voy con el ejército del Cid"...

La letra (de la que no me acuerdo) no tenía desperdicio en cuanto a despropósitos lingüísticos. Pero, reírnos, nos reímos lo nuestro aquel día.

Luego, el grupo grabó 'La Ferretería', en la que Joe contaba cómo trataba de pillar chocolate en las calles de Granada y se iba confundiendo de sitios hasta terminar en una ferretería. Era algo así. Ahí él cantaba como segunda voz y coros en los estribillos. Otro delicioso desastre.

Pero el tío era genial. Los 091 deben acordarse de esto como si lo hubieran vivido ayer.

Al término de unas grabaciones (no sabría decir si fue esta, o fue otro día, porque estuve asistiendo a la grabación de las maquetas durante casi todos los días) a Joe se le ocurrió una idea genial: terminar un tema con el sonido estrepitoso de una persiana metálica cayendo de golpe.

A él le había fascinado mucho ver cómo los talleres mecánicos, algunos comercios, muchas tiendas, tenían persianas metálicas que hacían rodar hacia abajo estrepitosamente hasta que chocaban contra el suelo. Y luego les ponían candados. Cosas así, las persianas metálicas, el sonido de las cortinas de tiras de plástico de los bares del Sacromonte, le sorprendían mucho. Lo tenían fascinado.

Como el estudio de Fernando Romero tenía una persiana metálica, se le ocurrió la idea de grabar su sonido cayendo y luego haciendo Chhhhhaaaaassssss! contra el suelo.

El estudio tenía dos plantas, la primera, que estaba a ras de la calle, y el sótano, que estaba absolutamente acolchado para las grabaciones. Joe explicó lo que quería hacer: grabar, desde el sótano, el sonido de la persiana metálica de la entrada, que estaba, por cierto, bastante lejos de los micrófonos más cercanos. Pero se intentó.

Fue el mismo Joe el que subió escaleras arriba, atravesó el vestíbulo, se enganchó a la persiana metálica y la cerró de golpe.

Los micros grabaron un sonido lejísimos y apenas perceptible. Joe atravesó el vestíbulo, bajó las escaleras, escuchó la grabación y dijo: "Se tiene que oír más fuerte. I need it louder, much more loud than this". Volvió a subir las escaleras, atravesar el vestíbulo, subir la persiana, engancharse a ella y bajarla estrepitosamente.

Abajo sonó un poco más fuerte, pero no mucho más.

Vuelta a subir las escaleras, atravesar el vestíbulo, engancharse a la persiana. Y esta vez sí: nosotros, que estábamos abajo, oímos un estrépito alucinante a través de los altavoces, chasquidos metálicos, cosas que caen.

"¡Fantástico!", le dijo alguien a Fernando Romero, el ingeniero.

Entonces apareció Joe escaleras abajo: "Lo siento, Fernando", dijo. "Creo que acabo de destrozar tu puerta".

Efectivamente: subimos, y allí estaba la persiana metálica, desencajada, tirada en medio de la calle. Joe había tirado con tal fuerza de ella, que la había desencajado de las guías y la puerta había ido dando tumbos hasta quedar en medio de la calle.

"Dime cuánto te debo por esto, Fernado", le preguntó Joe como un cordero. "Lo siento, I'm really sorry for this".

Aquella noche nos reímos todos como locos en El Silbar.


La tumba de García Lorca


"Casi nunca llevaba dinero encima pero, en cuanto lo tenía, podía gastarlo en lo que fuera, hacerte un favor o, si se encontraba a un desvalido por la calle que le caía bien, darle todo el dinero que llevaba en los bolsillos o ir al banco a sacar para dárselo. Recuerdo una anécdota curiosa. Cuando él llegó a Granada por primera vez, traía una magnífica gorra de cuero con la inscripción "Out of control". A mi me encantaba aquella gorra, pero me daba corte hacerle algún comentario a Joe al respecto. Unos meses después, mientras grababa con 091, volvió de Madrid y, mientras charlábamos, casualmente, le pregunté por la gorra. "La vieja gorra de "Out of control"?", me preguntó. "Sí, ésa", dije yo. "Se la regalé a un tío en el metro de Madrid. Me dijo: Hola, tío, me gusta esa gorra que llevas. Y se la regalé". Sobran los comentarios de cuántas veces le dije: "You, fucking bastard, you, fucking bastard" a Joe el resto del día. Pero, esencialmente, era así. Yo tuve durante meses un pedal de eco Boss suyo que se acababa de comprar en una tienda y que le pedí que me lo dejara para echarle un vistazo. "Quieres probarlo?", me dijo. "Si me lo dejas...". "Llévatelo, ya me lo das cualquier día". Seis meses después, le tuve que recordar que yo seguía teniendo su pedal de eco. ";Es bueno?", me preguntó. "Sí, muy bueno. He grabado muchas cosas con él". "Si quieres, quédatelo". Fui honrado y se lo devolví. Pero, si no lo hubiera hecho, él jamás lo habría pedido. De ésas tengo a miles. Literalmente: a miles.

Es cierto que en esa época Joe bebía bastante, que a veces se comportaba de un modo errático, que había días en que no aparecía por el estudio de grabación tras una noche de copas por los locales más famosos de Madrid. Pero, como él mismo me confesaría después, ése había sido exactamente el mismo comportamiento que había tenido Guy Stevens durante la producción de ‘London Calling’ y nadie se había quejado. Lo que les importaba en Londres a los ejecutivos de la CBS no era que Stevens fuese un alcohólico borracho y loco, o que le tirara sillas a The Clash por encima de la cabeza en el estudio si estaban tocando mal. Lo que les importaba era el resultado final, las mezclas, el máster, el disco. Que en el proceso hiciese lo que quisiera, pero que a las oficinas de CBS llegase un disco con un par de cojones.

La mentalidad en España y en Zafiro, la discográfica que había fichado a 091, era bien distinta. Corrían rumores de que Joe se había hecho amigo de... Isabel Pantoja... Sí, Isabel Pantoja. Que Joe cerraba los bares incluso hasta cuando Julián Hernández, de Siniestro Total, o Kike Turmix, se habían tenido que ir agotados a echar la pota o a dormir al portal más cercano. De modo que, en Zafiro, según me contó Joe, habían decidido desconfiar de él y mandar al estudio a algún "ejecutivillo" (traducción al castellano de lo que él me refirió, citando a los Rolling Stones, como "The under assistant west coast promo man") para "vigilarle" mientras Pepe Loeches, el ingeniero de grabación, no dejaba de decirle -ésa es la versión de Joe, los 091 tenían otra distinta, y también bastante creíble- que "esto no puede hacerse", "eso no puede grabarse", etc.

De modo que Joe empezó a sentirse mal en Madrid. Incómodo, deprimido y subestimado. Yo no sé si lo haría en Londres o por algún otro grupo en su vida, pero yo he visto llorar a Joe Strummer por los 091. Lo que realmente quería a ese grupo ese hombre y todo el potencial que veía en ellos. Y se sentía frustrado al ver que la compañía de discos actuaba como cortapisas, como freno, a las ideas locas que él tenía respecto al disco: bajos con distorsión, persianas metálicas que caen de pronto, ruidos extraños... La banda, por su lado, no sabía qué hacer: tenía una presión tremenda encima con el tiempo de grabación -Joe estaba acostumbrado, en Londres, a que un grupo se fuese a ensayar a un estudio de grabación, a componer canciones allí, a tirarse meses enteros grabando ideas o maquetas, y pensaba que en España era lo mismo, que podías disponer del estudio de grabación durante todo el tiempo que quisieras-, con las malas caras de los ejecutivos de Zafiro y con las ideas, inicialmente disparatadas, de Joe. Justo cuando dejamos Granada atrás fue cuando Joe se puso serio. Me contó los problemas que estaba teniendo con la grabación, lo deprimido que se sentía, lo mucho que admiraba a los 091 -él era un fan de un grupo inglés llamado 999 y le parecía una premonición que en España existiera un grupo tan bueno como los 999 que, curiosamente, se llamara 091: Tanto 999 como 091 son los números de la Policía en Gran Bretaña y en España-. Se sentía acorralado, incomprendido y necesitaba apoyo moral. Como yo era hermano de Antonio Arias, Joe me pidió que lo llamara, que le explicara que las ideas que él tenía en la cabeza respecto al disco no eran una locura y que los 091 le hicieran frente a los "ejecutivillos" de Zafiro, a Pepe Loeches y a quien fuera. “I really love these guys”, me dijo en inglés refiriéndose a los 091. “I want to be their best producer, and I want this record to be perfect, but I can’t fight myself, alone, against those Zafiro under assistant west coast promo men”. Y le caían lágrimas de los ojos. Lo noté muy vulnerable, muy implicado en el disco de los 091 (Nota curiosa: hace unos meses, me escribió Chris Salewicz, periodista durante 20 años de New Musical Express, amigo íntimo de los Rolling Stones y de The Clash, autor del libro ‘Mick & Keith’, que está escribiendo ahora la biografía de Joe Strummer. Chris quería saber sobre la estancia de Joe en España. Me comentó que recordaba los días de 1985 en que, sentados en la cocina de la casa de Joe, Joe le ponía todo orgulloso el ‘Más de Cien Lobos’ de 091. Hasta tal punto quería Chris volver a oír aquel disco, que tuve que comprarlo -la antología de 2 CD’s reeditados- y enviárselo a Londres. Chris me respondió con un: “Aún recordaba esas canciones en la cocina de Joe”). Joe estaba realmente afectado por todo lo que le estaba pasando en Madrid. Le prometí que hablaría con mi hermano esa misma noche.

Uno de aquellos días, Strummer cometió una locura. Llamó a Santiago Auserón, del grupo 'Radio Futura', le pidió prestadas 150.000 pesetas y se fue a una tienda de venta de coches de segunda mano que había visto en Madrid y que lo había dejado absolutamente conmocionado: había visto allí un coche magnífico, imponente, sublime, curioso y extraordinario: un Dodge-Dart gris metalizado con el techo negro. "Su Spanish-American car", como él lo bautizó. Alucinaba con aquel coche y se lo compró. Luego me llamó por teléfono desde Madrid. "Jesús, espérame en "La Cúpula" a las seis de la tarde. Tengo una sorpresa que quiero enseñarte", me dijo en inglés. "Vale", le respondí yo. Estaba intrigado, pero Joe solía comportarse así. Podía tirarse semanas sin llamarte, sin dar señales de vida y, de pronto, aparecer por tu casa y quedarse tres días allí, de modo que no me extrañó. A las seis en punto de la tarde yo estaba esperándolo en "La Cúpula". A esa hora, el pub estaba cerrado y yo aguardaba en la puerta cuando ví girar un enorme coche plateado que hacía sonar el claxon. Era Joe. Radiante y feliz como un chaval. Salió del coche: "¡Mira! ¡Mira lo que ha comprado!", dijo en su español típico. "¡Bonito! ¡De primera clase!My Spanish-American car! ¡Sube! ¡Rápido!". Me monté en el coche. Joe estaba totalmente borracho de alegría. Me explicó para qué servía cada botón, acariciaba el parabrisas, se asomaba a la ventanilla cuando parábamos en un semáforo y le decía a los pasajeros de cualquier coche que se hubiera parado a nuestro lado: "Bonito, ¿eh? Bonito gran coche. ¡Y es mío!". Semáforo en rojo, y Joe sacando la cabeza por la ventanilla para que la gente admirara el Dodge-Dart. Así estuvimos dando vueltas por toda la ciudad como una hora, probando el coche hasta que Joe me pidió un cigarrillo, se lo encendió, se puso serio y me dijo: "Let's go to Víznar, show me the way to go there". Entre los pueblos de Víznar y Alfacar, a 8 kilómetros de Granada, fusilaron a Federico García Lorca. Su tumba nunca fue descubierta y él permanece como un fusilado anónimo más. Yo ya le había contado esa historia a Joe Strummer y él ahora quería visitar el sitio. Llegamos a Víznar cuando se estaba poniendo el sol. El paisaje, desde allí, es sencillamente esplendoroso. Al entrar en el pueblo, Joe detuvo el coche en la plaza mayor y me suelta que vayamos a una ferrertería, que tenemos que comprar palas para buscar la tumba de García Lorca y desenterrarlo. Estaba convencido de que iba a encontrarlo. Traté de explicarle que era absolutamente imposible: que son kilómetros, kilómetros y kilómetros cuadrados de monte, que ya ni siquiera existían montículos que indicaran sobre posibles enterramientos durante la guerra civil, que muchas zonas estaban repobladas de pinos. Joe seguía en las suyas. Finalmente, le dije: "Mira, vamos a hacer una cosa. Visitamos primero el sitio. Te enseño todos los posibles lugares en los que podría estar enterrado y si ves alguno que te despierte una corazonada, volvemos al pueblo, compramos las palas, y vamos allí". Se mostró de acuerdo. Le conduje hasta el paraje en el que se sospecha que Lorca fue fusilado. Hoy hay un parque que lleva el nombre de Lorca, pero entonces todo era un inmenso descampado de terruño y de monte, con sólo algunos olivos. Debajo de alguno de ellos, nunca se sabrá, están Lorca y muchos más. Le dije a Joe que parara el coche y bajamos. Joe empezó a caminar. Yo lo esperé al lado del coche. Le dejé pasear.

Se encendió un cigarrillo y lo ví alejándose poco a poco, ladeando la cuneta, observando la puesta de sol, escuchando el silencio. Cuando estaba como a unos cincuenta metros de mí, se volvió. "Ven", me dijo. Cuando llegué a su lado estaba llorando. Le pregunté que qué le pasaba y me contestó que podía oirlo, y yo le inquirí el qué, y me dijo: "Puedo escuchar él grito de los muertos, aquí tengo la sensación que ha pasado algo terrible, y extraña la quietud que hay en el sitio, la puesta de sol, lo bonito que es esto, y la tragedia que se nota que ocurrió aquí". Nos quedamos callados bastante tiempo, mirando la puesta de sol, escuchando el silencio. Luego Joe apagó su cigarrillo, se sacó una china de chocolate y se puso a liar un porro. "Hace muchos, muchísimos años, le prometí a Federico García Lorca que me fumaría un porro delante de su tumba, en su honor", dijo en inglés. Y luego, en español: "Federico, va por usted, maestro".

Se encendió el porro, cruzó la carretera y se fue hacia unos olivos: "Es aquí, ¿verdad?", me preguntó en español, refiriéndose a los olivos que cita Ian Gibson en sus libros sobre la muerte de Lorca. Le dije que sí. Se sentó, me ofreció el porro, yo no fumé, prefería el tabaco, y me dijo en inglés: "Prométeme que algún día volveremos por aquí. Traeremos guitarras acústicas. Compondremos una canción llamada "Lorca" que hablará de esta tarde, de este silencio, de esta puesta de sol, del grito de los muertos, de este olivo. De ahora mismo. Tú escribe la música y yo escribiré la letra. No quiero que esta tarde se me olvide". Luego, al cabo de un rato en silencio, dijo: "Well, it's time to come back to Madrid and work hard".

Durante los años siguientes, cuando nos llamábamos, cuando nos veíamos, Joe y yo hablábamos de "Lorca", la canción. Yo, con los años, fui componiendo una canción muy al estilo Clash, para que él la cantara y le pusiera texto. Él siempre me preguntaba que cómo iba nuestra canción. Yo le decía que ya tenía la música, pero que necesitaba que él le pusiera el estribillo. Años después, quisimos hacer dos canciones juntos, 'Lorca' y 'Tranceblues'. Él nunca llegó a enseñarme sus letras o si había escrito algo. Pero siempre me preguntaba por la música que yo había hecho. Le enseñé una idea en 1992, y a él le gustó. Pero esa ya es otra historia".


No sé si Joe se acordaría muchas veces de aquella visita a Víznar, de las promesas de canciones que hicimos. Pero a mí se me quedó grabada para siempre aquella frase suya: “I can hear the screams of the dead”. “Puedo escuchar el grito de los muertos”.

Inicialmente, el homenaje que Richard Dudanski preparó para Joe tras su muerte en el Sacromonte, en agosto de 2003, debía haber tenido lugar en Víznar, pero, por problemas con la Diputación de Granada, no pudo ser. El segundo sitio de referencia sobre Joe era el Sacromonte.

A mí me queda esa tarde con mi amigo Joe en Víznar, esa puesta de sol, ese silencio, los cigarrillos que nos fumamos juntos, las palas que no nos compramos en la ferretería, el paisaje, la complicidad del colega, la brisa fresca, la poesía de Lorca y el Dodge-Dart plateado con techo negro. De vuelta a Madrid, lo dejó aparcado en un parking y nunca más volvió a acordarse en dónde dejó aparcado su coche. Tuvo que irse urgentemente porque su mujer se puso de parto. Joe estuvo durante años (entre 1985 y 1992) poniendo anuncios buscando su Dodge-Dart plateado en los aparcamientos públicos de Madrid. Nunca consiguió encontrarlo. Era un Dodge-Dart plateado, con techo negro, matrícula de Oviedo, que debe estar en algún parking subterráneo de Madrid.

“My Spanish-American car”.


Fabrizzi

Fue en el 40º cumpleaños de Joe, en agosto de 1992. Apareció por Granada con Gaby, las niñas, y otra pareja de amigos para celebrar su cumpleaños. Creo recordar que, gracias a un anuncio de los pantalones vaqueros Levis Strauss, 'Should I stay or should I go?' había vuelto a las listas de éxitos en Estados Unidos y estaba teniendo bastante repercusión. Joe estaba muy sensible por eso que ahora ya yo sé, lo de la crisis de los cuarenta, cuando te planteas si realmente has hecho algo decente en la vida o no.

El caso es que apareció como siempre, con su castellano anárquico, una camisa hawaiiana, Gaby, las niñas, y toda su ingenuidad de inglés en España. Me llamó desde el hotel Los Ángeles, en donde se hospedaban, y me invitó a comer con ellos. Hacía bastante tiempo que no nos veíamos, pero nos habíamos llamado mucho por teléfono a lo largo de los años y, una y mil veces, me había invitado a ir a su casa de Londres. Yo siempre decía que sí, que iría. Pero nunca lo hice. De hecho, aún no conozco Londres... He estado en Berlín, en Lisboa, pero jamás en Londres. Imperdonable. Y el primero en decírmelo es Richard Dudanski. Y tiene más razón que un santo.

Cuando aparecí en el hotel, Joe me saludó como si fuera un hermano suyo. Me presentó a sus amigos todo lleno de orgullo: "My teacher of Spanish!", les dijo. "My man!". Joe me contó que le había hablado muy bien de mí a todo el mundo en Londres. "Si necesitas un profesor de español", me contó que solía decir en Londres, "llama a este tío". Me habló de que acababa de recibir una llamada de Estados Unidos diciéndole lo bien que iba 'Should I stay or should I go?' allí y que pensaba que debería regrabar esa canción de nuevo con la traducción que habíamos hecho entre los dos años atrás (siento que mis recuerdos vayan a saltos, pero prefiero contarlos así, a bote pronto, antes que tratar de ordenarlos cronológicamente, porque, para mí, no serían tan vívidos ni tan espontáneos, sino mucho más elaborados, y perdería la fluidez... ya contaré en otro momento lo de la traducción al castellano de la canción).

Joe parecía bastante eufórico, pero su mujer, Gaby, me contó, en un momento en el que él estaba llamando a unos y a otros por teléfono para decir que estaba en Granada, que Joe no se encontraba bien. Estaba bastante deprimido por eso de cumplir 40 años y estaba atravesando una fuerte crisis, lo que después mucha gente llamaría "The wild years" de Joe. Se encontraba musicalmente perdido, las bandas que intentaba montar no terminaban de salirle bien, la sombra de The Clash le pesaba como una losa... En definitiva, según Gaby, la vuelta a Granada era como volver a respirar aire fresco, regresar a los tiempos en los que él realmente había disfrutado. Quería celebrar su cumpleaños entre "su" gente, sus amigos, entre los colegas que lo conocían como "Joe" solamente: los camareros de los bares que ignoraban que él fue parte de una banda famosísima y que sólo tenían en cuenta que le encantaba el 'pálido-cola', los flamencos del Sacromonte, los rockeros de La Cúpula... Gaby me pidió, más o menos, que actuara de 'hermano mayor' de Joe, que lo animara.

Habíamos decidido ir a comer al Campo del Príncipe, una plaza bastante bonita de Granada que Joe recordaba con mucho cariño por sus bares, sus camareros, el vino, el ambiente festivo que siempre había -y hay- por allí. Nos fuimos dando un paseo.

En el Campo del Príncipe nos esperaban Fernando Romero, hermano de Esperanza y Paloma Romero (Paloma=Palmolive, The Slits, la antigua novia de Joe en los tiempos de los 101'ers) y Gabi Contreras ("el médico loco", como lo llamaba Joe, radiólogo eminente y uno de los más íntimos amigos de Sid Vicious), los dos con sus familias. De manera que nos juntamos en una terraza un considerable equipo de gente (familias con niños) a beber cerveza.

Joe se sentó a mi lado para charlar conmigo. Ya habíamos hablado de eso bastantes veces por teléfono, pero volvió a sacarme el tema. Él estaba muy enfadado porque, el año anterior, durante la Guerra del Golfo, Estados Unidos había utilizado 'Rock the Casbah' como "himno" entre los soldados americanos en una emisora de radio de una base norteamericana antes de ir a Iraq a lanzar las bombas. El quería hacer una canción contra eso, contra el Ejército de los Estados Unidos. Tenía un título para una canción, 'Tranceblues' y una historia divertida: El Ejército USA es enviado a invadir Granada, en donde ha habido un golpe de Estado (la isla de Granada) pero, por equivocación, invade la ciudad de Granada. La canción iba en torno a eso: era un cúmulo de despropósitos.

Creo que ya hablé sobre eso en otra ocasión. Joe escribiría la letra y yo hacía la música. Hablamos sobre ello durante bastante rato y muchas cervezas (yo le dije que ya tenía la música) y, tras un silencio, Joe cambió de tema y me espetó: "Man, I'm pretty fucked" o algo así ("Estoy bien jodido").

Le pregunté por qué.

Tal y como me había dicho Gaby, Joe me contó que su vida era una mierda, que tenía 40 años, que no había hecho nada importante, que era un desastre, que se sentía un fracasado, que Mick Jones, al menos, había creado Big Audio Dynamite y era feliz y famoso, mientras que él se sentía completamente al margen.

Yo traté de disuadirle. "Tío", le espeté en inglés, "tú has escrito canciones como ésta, ésta y ésta. Yo a tí te admiraba cuando yo tenía 16 años. ¿Recuerdas lo que me decías tú de los Rolling Stones? ¡Pues tú fuiste mis Rolling Stones! Yo tocaba en mi guitarra, en mi habitación, '1977' y escribí una canción llamada '1984' porque en '1977' tu cuenta atrás se terminaba en 1984".

Y le hablé de lo amigo que era para mí, muy al margen de The Clash, muy al margen del Joe Strummer famoso. Le dije lo mucho que lo quería como amigo, simplemente.

...Y en esto, apareció Fabrizzi. Fabrizzi... menudo personaje...Fabrizzi era un músico vagabundo, un acordeonista increíble, excepcional. Un tipo con los ojos como Martin Feldman (el de 'El jovencito Frankenstein') que se ganaba la vida tocando el acordeón, por unas monedas, en la calle Zacatín, de Granada. Era un "homeless" que interpretaba al acordeón música clásica (Tchaikovsky, Mozart, Beethoven), tangos, canciones pop... lo que fuera... con una maestría increíble. Un músico excepcional (…)
Yo había conocido a Fabrizzi unos meses antes, en la calle Zacatín. Había oído una música buenísima desde lejos y, conforme me acercaba, descubrí que era un acordeonista callejero. Era la hostia. Me quedé escuchándolo al menos media hora, echándole monedas y aplaudiendo con cada nueva cosa que tocaba. Al final, cuando ya el grupo de gente que se había congregado a su alrededor se había dispersado, yo seguía allí, todo embelesado.

Le dije: ¿Cómo te llamas, tío?

Me dijo: Me llamo Juan Carlos, pero todo el mundo me llama Fabrizzi.

Le dije: Pues eres la hostia. De verdad.

Me dijo: Tú debes ser músico.

Le dije: Sí. Y estoy asombrado. ¿Cómo consigues tocar a Tchaikovsky de esa manera? Estoy alucinado.

Me dijo: Tchaikovsky no es tan complicado. Lo difícil son los Clash y los Rolling Stones.

Le dije: No me jodas. ¿Conoces a los Clash?

Me respondió: ¿Los Clash? Son mi grupo favorito.

Y empezó a tocar "Jimmy Jazz".

Le dije a Fabrizzi: Recoge, te invito a lo que quieras.

Nos fuimos a un bar, bebimos cervezas (yo coca-colas) y hablamos larguísimamente sobre los Clash. Nos despedimos una hora después como absolutos colegas. Yo, a partir de ese día, trataba de pasarme por la calle Zacatín para oírlo, él para pedirme que le contara historias de Joe Strummer o para que me contara que lo habían contratado como músico en una obra de teatro. Así habíamos seguido durante seis meses...Y bueno, aquel día, en el Campo del Príncipe, mientras Joe está diciéndome lo jodido que está, aparece Fabrizzi con su acordeón. Lo veo de lejos. Le hago un gesto. Me ve de lejos y se acerca, sin dejar de tocar, hasta nuestra mesa. Y esta escena es la hostia. Uno de los momentos más acojonantes de mi vida. Majestuoso. Fabrizzi llega a nuestra mesa con el acordeón a cuestas.
Le digo a Fabrizzi: "Fabrizzi, éste tío de aquí es Joe Strummer".

Fabrizzi lo mira. Me mira a mí. Me dice: "No. Ése no es Joe Strummer".

Joe se vuelve hacia él, y le dice en español: "Si, yo soy Joe Strummer, señor".

Fabrizzi le dice: "Tú no eres Joe Strummer. Tú te pareces a Joe Strummer. Pero no eres Joe Strummer".

Joe me pide que traduzca lo que ha dicho Fabrizzi. Se lo traduzco.

Joe se enfada: "Of course I'm Joe Strummer!".

"Tú no eres Joe Strummer", le dice Fabrizzi con toda tranquilidad.

Joe se levanta de su silla. "¡Sí soy Joe Strummer!", dice en español.

Fabrizzi, tan vagabundo, con sus ojos a lo Martin Feldman, sonríe como los vagabundos que han visto de todo y han oído de todo en este mundo. Vuelve a decirle: "Que no, que no eres Joe Strummer. Yo conozco a Joe Strummer y es mucho más alto que tú".

Joe me pide traducción. Traduzco.

Y Fabrizzi le espeta entonces: "Si eres Joe Strummer, canta esto".

Y se pone a tocar 'Jimmy Jazz'.

Y cuando Joe Strummer escucha que un músico callejero está tocando en un acordeón 'Jimmy Jazz', que le dice en su cara que no es Joe Strummer, y que el músico callejero está tocando su canción... Joe... Ese Joe Strummer, se va a su lado y, como otro músico callejero, se pone a cantar 'Jimmy Jazz' con la voz de Joe Strummer. Y los dos músicos se miran. Y Fabrizzi toca de la hostia y Joe Strummer canta de la hostia. Putos músicos los dos, como si estuvieran tocando en el metro de Madrid. Y Joe cantando con lágrimas en los ojos. El día de su cumpleaños se va a Granada y se encuentra a un músico vagabundo que toca sus canciones por la calle para ganarse la vida, que le niega el derecho a ser Joe Strummer, pero que se sabe sus canciones.

Terminan el 'Jimmy Jazz' y Fabrizzi le dice: "Bueno, la voz se parece bastante. Pero, si quieres, probamos con 'London Calling'.

Fabrizzi me dice luego: "Dile que sí, que es Joe Strummer".

Se lo traduzco a Joe, al que le caen los lagrimones por toda la cara.

"El mejor cumpleaños de mi vida", dice Joe. "El mejor cumpleaños de mi vida".

Para colmo, se acercan a nuestra mesa unos turistas ingleses, y le echan unas monedas a Joe: "Brilliant, really brilliant. You both sound exactly as The Clash".

Ahí queda ese día...


Las Gabias y los Rolling Stones

Nunca hablamos (que yo recuerde) de los Beach Boys. O a lo mejor sí. Pero no recuerdo. Tal vez lo que le dijo a Sean Lennon era a la luz de alguna de sus borracheras o charlas de bar. También es posible todo lo que dice Sean Lennon.

A mí lo que Joe me contó una noche en que nos hicimos realmente colegas fue una versión bastante diferente. Yo, por esa época, iba a diario, por las tardes, a un pueblo llamado Las Gabias, a unos 8 kilómetros de Granada. Joe estaba alojado en casa de Gaby Contreras, "el médico loco", como Joe lo llamaba. Era un magnífico chalet, con piscina, jardín, un paseo con cipreses. Un sitio bastante bonito y espectacular.

Joe y yo quedábamos en que yo me iba en autobús a Las Gabias por la tarde y él me traía camino de casa por las noches, a eso de las once o la una de la mañana. A veces, al regresar a Granada, hacíamos un alto en el 'Silbar', el pub de moda en la época, y allí Joe charlaba con la gente que se acercaba a hablar con él y yo hacía de traductor. Por lo general, yo solía darle clases de español desde las cinco de la tarde hasta las diez de la noche, las once, las doce, o las una.

No eran clases de español estrictamente hablando. Yo cada día llevaba cuatro o cinco folios escritos sobre expresiones en español y ya nos pasábamos toda la tarde dándole vueltas a esos folios. Yo pronunciaba, él aprendía, él me enseñaba inglés. Filosofábamos. Luego él me enseñaba cómo The Clash tocaban esta canción o la otra, me contaba cosas de The Clash.

Una de las noches en que me llevaba de regreso a casa, el coche que él tenía de alquiler se averió a unos dos o tres kilómetros de Granada. "Está muerto", me dijo en inglés. Después de un rato intentando reparar el coche, nos dimos cuenta de que estaba realmente "muerto".

Joe, en lugar de decirme: "Bueno, me voy caminando a Las Gabias", me dijo: "Te acompaño hasta el Silbar". Yo le dije que no era necesario, que iría caminando hasta Granada, pero él insistió. De modo que caminamos como tres kilómetros en medio de la noche, al lado de la carretera, a oscuras. Y charlamos y charlamos.

No sé por qué surgió el tema de los Rolling Stones. Yo era un ultra fan de los Rolling Stones. Entonces Joe me dijo: "¿Sabes? Yo recuerdo el año 1963... Yo tenía once años y en la radio que había en casa sonó 'Not fade away', de los Rolling Stones. Ese día yo me dije que quería aprender a tocar la guitarra y ser como los Rolling Stones".

Yo le dije que 'Not fade away' era una de mis canciones favoritas y que yo había nacido en el año 1963. A Joe eso le hizo gracia. Desde aquella noche, ya nos sentíamos íntimos colegas... Meses después, mientras preparábamos una fiesta en el chalet de las Gabias para los 091, Joe y yo nos subimos (cuando aún no habían llegado los invitados) a un escenario que habían puesto para que allí tocasen los 091, 'robamos' las guitarras de José Ignacio Lapido, el guitarrista de 091, y estuvimos tocando 'Not fade away' y 'Around and around'.

A Joe también le gustaba mucho 'Out of time', de los Rolling Stones. La tocaba de puta madre.


La canción infantil


Cuento un 'secretillo' de Joe. Me lo 'confesó' en plan "no se lo digas a nadie... aunque sé que, tarde o temprano, me descubrirán".

Se trata de la canción 'Trash City'. Escribo a bote pronto, de memoria, y creo que la banda de Joe de entonces, que a mí me dio siempre mala espina, era The Rockabilly Boys o algo así. Tengo el maxi-single con la famosa pegatina redonda que Joe llevaba en su Telecaster. En la portada, Joe está en Times Square alzando sus brazos hacia el cielo. La dedicatoria es bastante divertida. Por aquellos días, en unas maniobras militares sobre Granada, un avión militar que abastecía de fuel a otro, perdió la manguera en el aire, y cayó cerca de los almacenes de Hipercor. No hubo víctimas y nadie resultó herido, pero cuando se lo conté a Joe, se partía de risa. La dedicatoria del 'Trash City' (el disco lo tiene ahora mi hermano Antonio y lo que digo lo digo de memoria) era más o menos: "Joe Strummer mirando al cielo esperando que no le caiga una manguera de fuel en HIPER-COOR". Algo así.

Entonces me contó su secretillo. Una noche, mientras tocaba la guitarra, a Joe se le ocurrió una melodía magnífica. Volvió a tocarla y le pareció buenísima. Tocaba y tocaba la guitarra y la canción iba creciendo. Estaba orgullosísimo. Al día siguiente, apareció en el ensayo y le tocó la canción al resto del grupo. Todos dijeron que podía ser un "hit". Se pusieron a trabajar concienzudamente en la canción. Se metieron en el estudio. La grabaron. Joe estaba superfeliz. ¡Tenía, después de tantos años, una canción de la hostia! Un single perfecto.

Terminaron las sesiones de grabación, mezclaron, mandaron el máster para la remasterización y la impresión. Joe pidió una cinta para escucharla en casa.

Se la puso a Gaby, su mujer, y a Gaby le encantó, según me contaba Joe. Joe estaba entusiasmado hasta que Jazzy, su hija, apareció en el salón: "Daddy, are you playing now my school songs?" ("Papá, ¿ahora te dedicas a tocar mis canciones de colegio?").

Efectivamente, 'Trash City', para los que tengáis esa canción, es una famosa canción para niños en los colegios ingleses, de las que terminan en plan: "Doo-Da-Run". Joe, sin darse cuenta, había plagiado una canción escolar y la había convertido en una canción rock y era porque, en esa época, Jazzy estaba todo el día canturreando la canción por toda la casa...

Hasta hoy, nadie ha demandado a Joe Strummer por 'Trash City'.


"Estoy feliz"


Anoche, charlando con una amiga, surgió un asunto del que yo hablé largo y tendido una noche con Joe: la felicidad. Parece una tontería, pero el tío tenía su gracia con sus reflexiones.

Resulta que, en las clases de español que yo le daba a Joe, un día me tocó explicarle la diferencia entre los verbos "ser" y "estar", que en inglés son el mismo, el verbo "to be". Joe se hacía unos líos enormes y era habitual que dijera "Yo soy bebiendo" o "Yo estoy inglés". De modo que me senté con él y le expliqué que el verbo "ser", por lo general, se aplicaba a algo que era permanente, que estaba siempre: "Yo soy granadino", "Yo soy inglés", y que el verbo "star" se aplicaba a una situación temporal: "Yo estoy bebiendo" (porque no siempre uno está bebiendo, aunque, bueno, en el caso de Joe se podría haber aplicado el verbo ser).

Seguí poniéndole ejemplos hasta que él lo comprendió bastante bien y empezó a aplicarlo en el lenguaje coloquial. "Yo estoy en Granada, pero soy de Inglaterra"...

Así estuvimos practicando, hasta que surgió una controversia. "Gracias, man, yo estoy feliz en Granada". Le expliqué que, con el adjetivo "feliz", el verbo que se solía utilizar era el de "ser": "Yo soy feliz". Él no lograba entenderlo. Me dijo en inglés: "Se supone que la felicidad es un estado temporal, ¿no? Nadie nace siendo feliz y es feliz toda la vida... Es una contradicción, ¿no crees?". Le dije que, en esos verbos, a veces había excepciones contradictorias, pero él no se dio por vencido: "Tal vez, eso se deba a que los seres humanos, cuando estamos bien, queremos que ese estado continúe toda la vida. Inconscientemente, le aplicamos un verbo que no es correcto, que muestra más nuestro deseo que la realidad". De modo que decidió continuar aplicando su lógica aplastante y emplear el verbo "estar" cada vez que iba unido a la palabra felicidad...


Spanish Fiesta

“JESÚS, SI HAY UNA FIESTA A GRANADA ESTA NOCHE, ESPÉRATE FOR ME”. Ésa es la dedicatoria que tengo de Joe en la contraportada del disco ‘Cut the crap’ (la cito de memoria, porque el disco debe andar en algún sitio del nuevo apartamento). Significaba: “Jesús, si organizáis alguna fiesta esta noche en Granada, esperadme”. Joe y su castellano... A Joe le encantaban las fiestas españolas, la ‘juerga’. Eso de salir un día de casa a las once de la noche y volver a las seis de la mañana, o las siete y, sobre todo, pasear por una ciudad a las tres de la mañana y verla llena de gente divirtiéndose, ligando por la calle, parejas besándose en una esquina, chicas borrachas pidiéndole fuego, sin saber quién era, e intentando seducirlo. Como a todos los anglosajones, eso debía sorprenderle muchísimo. Entre mis grandes amigos irlandeses-ingleses que decidieron finalmente vivir en Granada (Fin Costello, que fue el autor de la portada de ‘Made in Japan’, de Deep Purple, ‘Five Miles Out’, de Mike Oldfield o ‘Japan’, de Japan, o Ian Gibson, el mejor biógrafo de Federico García Lorca) siempre se comentaba que España era fascinante por la alegría de la gente, esa fiesta continua que era la noche y la abierta sexualidad de las mujeres, que no se cortan a la hora de mirar, de sonreir o de bailar... A Joe le pasaba exactamente lo mismo: estaba hipnotizado por la vida de Granada. No se podía creer que hubiera una ciudad en el mundo en el que la gente se divirtiera tanto, que hubiera tantísima gente en la calle a las tres de la mañana. De modo que él decidió organizar una “Spanish Fiesta” en casa de Gaby, el Mac Doc, el médico loco. Curioso: A Gabriel Contreras (a quien pienso convencer para que escriba en ‘ipunkrock’, un radiólogo de los mejores de España, testigo de todo el movimiento punk en el Londres del ‘76) le llamábamos Gaby; la entonces mujer de Joe, una guapísima, rubia y alta chica londinense cuya madre (a la que llegué a conocer) se dedicaba a robar en Supermercados por puro placer (Joe tuvo que sacarla de comisaría más de una vez), se llamaba Gabi (con la que Joe tuvo a sus dos hijas, Jazzy y Lolita) y Gaby vivía en un pueblo granadino (en realidad son dos) llamado Las Gabias. De modo que era todo un juego de palabras cuando Joe me telefoneaba, y se cachondeaba, diciéndome en inglés: “Gabi y yo hemos decidido montar una fiesta contigo en la casa de Gaby en Las Gabias, porque Gabi...” (Gabi and me have decided to make a party in Gabias’ Gaby house ‘cause Gabi...”). Eso, escrito, se lee perfectamente, pero escuchado a través de un teléfono, dicho por Joe a toda velocidad, era una auténtica locura. Yo tenía que decir: “What????”. Y al final, Joe, partiéndose de risa, terminaba entonando: “Gabba, Gabba hey!”, de Los Ramones. Al otro lado del teléfono, oía, a lo lejos, a Gabi partiéndose de risa con los juegos de palabras de Joe, a Joe volviéndome a repetirme el mensaje en inglés complicándolo más aún, para que yo no entendiera absolutamente nada, a Gabi ya tirada por el suelo a carcajada limpia. -Joe: eres un hijo de puta.- Terminaba yo diciendo en español.- ¡Qué hijo de puta eres! -Hijo de puta -repetía Joe- ¡Qué buena palabra, hombre! ¡Tú tienes que enseñarme todo ambiente en cuando decir ‘hijo de puta’. Una vez, bueno, otra vez, malo, muy malo (Quería decir que tenía que enseñarle de qué forma tenía que utilizar la expresión ‘hijo de puta’ para halagar, o ‘hijo de puta’ para insultar... Aquello me requirió días de clase). Lo que Joe quería era organizar una fiesta en casa de Gaby Contreras, en Las Gabias (un pueblo a 5 kilómetros del centro de Granada), en dónde él y Gabi estaban parando, con la pequeña Jazzy, para agradecerle a todos los amigos del Silbar la manera en que él había sido recibido. Quería que todo el mundo invitara a sus amigos, que aquello se llenara de gente y, sobre todo, poder escuchar a los 091 en directo. No recuerdo la fecha, pero aquello tuvo que ocurrir al principio de la primavera de 1985, porque la fiesta fue al aire libre. Recuerdo que era un sábado, y que Joe me llamó bastante temprano, sobre las once de la mañana, pidiéndome que fuese hasta Las Gabias en autobús para comer en familia (con Gaby, su mujer, Gloria -adorable persona quien, pocos años después, a los 29 años, moriría de un cáncer de pecho- Fernando Romero, hermano de Esperanza y Paloma Romero... Todo muy en familia) y preparar una gran fiesta. Joe también llamó a Javier García Lapido, el manager de 091 y hermano mayor de José Ignacio García Lapido, porque era un hacha en cocinar carne a la brasa en una barbacoa que Gaby (Mac Doctor) tenía cerca de la piscina y porque era un tipo que le caía muy bien. Javier, como siempre nos trató bien a todos los músicos, a los 091, a los TNT, a los KGB, siempre desplegaba una enorme ironía de hermano mayor. Era un tío absolutamente entrañable, sarcástico, irónico, risueño. Su pasión: Los Beatles. Su devoción: el rock. Su trabajo: conseguir que nos pagaran los conciertos. Me gustaría, algún día, escribir algo sobre él, porque, como persona, era la hostia. Si en el grupo Exxon Valdez tocamos la canción ‘Helter Skelter’, de Los Beatles, es gracias a Javier García Lapido. Si la tocamos en la presentación del disco ‘Directo a Nadsat’ (no incluida en la grabación) es por Javier. Y si mi hermano Antonio grabó una maravillosa versión de ‘Helter Skelter’ para el disco ‘Omega’, de Lagartija Nick con Enrique Morente (‘Niña ahogada en un pozo’), fue porque Javier García Lapido siempre nos convenció de que aquélla era la mejor canción de rock jamás escrita. Desgraciadamente, Javier murió en el mismo año que Joe, a los 42 años, el 1 de julio de 2002. La noche anterior había tenido que organizar un concierto de Jamiroquai en Granada y terminó reventado. Se tomó unas cervezas con unos amigos, se fue a casa y, al despertar, sonó el teléfono. Contestó a la llamada. Y se calló para siempre. Ese mismo Javier apareció, tantos años antes, con una furgoneta cargada de chuletas en la casa de Gaby en la que estaban Gabi y Joe en Las Gabias, Gabba Gabba Hey. También con gente que, en cuestión de una hora, montó un escenario pequeño para que tocaran los 091 aquella misma noche, altavoces, cables, mesa de sonido... Recuerdo que Joe y yo los mirábamos fascinados. Lo hacían todo super-rápido. Joe me comentaba: “They’re really brilliant. I need some kind of people like them for The Clash. Son rápidos, hombre”. Una vez que el equipo estuvo montado, Joe, por primera y única vez que lo ví sobre un escenario, cogió una guitarra, la enchufó, conectó un micro a la mesa, lo enchufó, me miró y me dijo: “Get up here, man. Let’s play”. Me subí, enchufé una de las guitarras que habían traído, le subí el volumen y Joe me preguntó: “¿Qué tocamos?. Le dije: "Around and around". Rolling Stones. Él dijo: Ok. Y nos pusimos a tocar. Y allí estaba yo, tocando con Joe Strummer y sin público. Sólo él y yo. Creo recordar que Javier García Lapido también se animó, enchufó otra guitarra, se subió al escenario y... a tocar. Improvisamos algunas cosas sin nadie que nos viera. El único público que tuvimos aquella tarde fue Gaby Contreras, que si hubiera sido músico, tambien se habría subido. Hablo de las seis de la tarde en primavera...

Joe quería hacer una gran fiesta en las Gabias Gabbia Gabbia Hey y aquélla fue la primera de una de tantas que, a lo largo de las siguientes semanas, meses y años, se irían organizando en casa de Gabriel Contreras y Fernando Romero (ambas familias compartían una especie de pequeña mansión con un camino de entrada bordeado por cipreses, jardines, un enorme chalet de dos plantas, muy amplio, piscina y demás: lo que hoy se entendería como una ‘villa’). No sé por qué, pero esta fiesta resultaba muy importante para Joe. Quería conocer a toda la gente interesante de Granada, conocer más gente fuera del círculo que se había formado con sus amigos del ‘Silbar’ y, sobre todo, conocer gente interesante.

Como bien decía Richard Dudanski, una de las grandes cualidades de Joe Strummer es que era un tío al que le encantaba servir a los demás, comunicarse de tú a tú con la gente de la calle, dedicarle tiempo a una buena conversación con un vagabundo de metro o con el camarero de un bar. Jamás, en todo el tiempo en que yo lo conocí, se mostró displicente con nadie, soberbio o despectivo. A lo largo de mi vida he conocido a ‘estrellas’ de algo, cine, televisión, música, que eran cien mil veces más humildes que ‘supuestas’ estrellas locales de algún sitio que te miraban de arriba a abajo porque eran ídolos en su barrio o en su ciudad. Joe Strummer, Peter Gabriel o Andy García, por mencionar sólo esos tres nombres con información de primera mano, le daría hoy mil vueltas, en mi currículum personal de amistades, a gente como Alaska o Loquillo. Pero bueno, ésa es mi apreciación personal.

Antes de que comenzara la fiesta, Joe tuvo una decisión bastante extraña, curiosa y simpática. “Ok, Hasoos (que era la forma en que él pronunciaba mi nombre cuando quería decirme algo en serio: “Jesús”... Cuando quería decirme algo en plan jocoso o divertido, me llamaba “Yisses” o “Jesus” en inglés... Le hacía mucha gracia que yo me llamara Jesús, que para un inglés es como llamarse “Dios” o “Júpiter” o algo así). Tonight you and me are going to be the waiters for all the people. "Do you want to be a waiter with me, man?”. Quería que los dos fuéramos los camareros de la fiesta, que nos pusiésemos detrás de la barra metálica que ya habían instalado al lado de la entrada de la casa. Yo quería ser el puto camarero que servía las bebidas a toda la gente. Le dije que sí, que sería divertido.

La idea era que yo atendía la barra y todas las peticiones de la gente, y le traducía a Joe las bebidas que me pedían, Joe las preparaba, me las daba, y yo las servía. A él le parecía divertido que, aparte de la gente que ya lo conocía, todos traerían amigos que no conocían a Joe y que no repararían en él siendo el segundo camarero de la barra. Con sólo imaginárselo, él solito se partía de risa. “¡Espero que vienes alcalde de Granada y me pide una copa mientras preguntándome where the hell that fucking bloody bastard Joe Strummer is!”, se mofaba, muerto de risa. A Joe le encantaban esas pequeñas travesuras: ponerle motes a la gente, pasar desapercibido en un bar escuchando lo que la gente decía de él, ayudar a fregar al camarero de un pub cuando ya habían cerrado. Según leí de Richard Dudanski, que él no me había contado hasta ahora, la última imagen de Strummer que él tiene era ayudando a sacar la basura a una mujer a las seis de la mañana. Pero es que Joe era así: el tío que ayuda a sacar la basura a las seis de la mañana.

Sobre las nueve de la noche, comenzó a llegar la gente. Tengo esa imagen de Joe bajando las escaleras de la casa de Gabriel Contreras, atusándose el pelo, con Gabi, su mujer, detrás, y él con unos horterísimos pantalones de pana blancos, acercándose a mí, que estaba sentado en el jardín de la casa fumándome un cigarrillo, y diciéndome: “Hey, man, let’s be the waiters for the Spanish Party”.

Nos pusimos tras la barra y, poco a poco, fueron llegando todos, los 091, los KGB, nuestros colegas, los colegas de Fernando Romero (Fernando era abogado y llegaban abogados, montones de abogados; Paco Ramírez, el co-mánager de 091, que había sido senador del PSOE en la época de la transición, amigo de Picasso y traía a políticos, amigos de Gaby Contreras, que era médico, y traía médicos... amigos de todo el mundo)... Poco a poco, se iban acercando hasta la barra en la que estábamos Joe y yo de camareros.

-Un whisky con hielo- me pedía alguien.
-Whiskey on the rocks, Pepe -decía yo.
-Ready -decía Joe.
-Un pálido con coca-cola -pedían.
-Pálido-cola, Joe
-Here it is -replicaba Joe, absolutamente disciplinado, obediente, hundiendo las manos hasta los codos en la nevera de los refrescos, abriendo y cerrando botellas.

Entre medias, yo le decía:
-Where, for Heaven’s sake, did you get that white trousers, man???? They’re just horrible!
-I know that -replicaba- But i like it! Spanish ‘pana’. Funny.

Y seguía trajinando con las botellas de whisky, de Gin Larios, de Dyc, de todo... Así nos pasamos como dos horas, bregando de camareros mientras, al otro lado de la fiesta, en otro rincón, Javier García Lapido no paraba de asar chuletas en la barbacoa. De vez en cuando, Javier se acercaba a nuestra barra a pedirnos una cerveza que Joe le entregaba religiosamente. “Javier, necesitas parada por descanso”, le decía Joe. “Ven aquí tras barra con Hasoos and me y descansa un pequeño poquito”. Javier le contestaba: “No, estoy bien. Pero...¡Joder! ¡Cómo come la gente!”.

Teníamos nuestros momentos de relax en que parecía que los invitados se habían cansado de comer y beber, luego volvían a la carga. En esos momentos de relax, Joe se servía un sustancioso trago de Pálido-Cola, me soltaba una sonrisa picaresca y me decía: “Me encanta ser camarero, man. When you’re a waiter, you see the world from a differente angle: the angle of the waiters, the secret of the waiters”. ‘El ángulo de los camareros, el secreto de los camareros’. Magnífica idea para una canción.

Años después, volví a acordarme de la primera ‘Spanish Fiesta’ de Strummer en Las Gabias cuando leí el diario que otro de mis grandes e íntimos amigos, Antonio Muñoz Molina -hoy ultrapremiado, ultragalardonado y todas esas cosas, pero amigo del alma de pies a cabeza- había escrito mientras redactaba su novela ‘El invierno en Lisboa’, uno de los mejores libros que yo jamás he leído. Muñoz Molina escribía en su ‘Diario de ‘El invierno en Lisboa’: “Inquieta pensar que el mayor secreto de nuestra vida está en las manos de otro: tal vez en la confesión a un camarero en una noche de borrachera, tal vez en esa chica a la que le escribí una carta de amor cuando sólo tenía quince años, y ella aún la conserva...”.

El secreto de los camareros... No sé si Joe fue camarero alguna vez, que Richard Dudanski lo confirme, pero creo que sí. Que tuvo que ser camarero o algo, porque, de pronto, en medio de la noche, cuando ya llevábamos horas y horas sirviendo a la gente, Joe se me acercó y me dijo: “Look at her”. Me volví hacia él sin entender lo que decía. El me señaló con los ojos a una chica a lo lejos, guapísima, que parecía estar sola, como despistada en mitad de la fiesta, perdida entre un montón de invitados. Yo miré en la dirección que Joe me indicaba y ví a la chica, guapa, muy interesante.

-What happens with her, Joe? -le pregunté.
-She’s dying for you.- replicó.

Hasta ese momento, yo había estado superocupado sirviendo las bebidas, dándole órdenes a Joe, fijándome en la gente, sirviendo más bebidas. Aquello era una fiesta y los que más estaban llamando la atención eran los 091, que estaban rodeados de gente todo el tiempo. De hecho, ellos iban a ser las estrellas de la noche porque, al final de toda la fiesta, serían quienes se subieran al escenario y tocaran sus canciones para Joe. Él quería ser su productor y ellos querían que Joe los escuchara en directo, como banda, para demostrarle toda la energía que tenía el grupo. Todo el mundo revoloteaba alrededor de los 091 cuando Joe me dijo, detrás de la barra, “Ve a por ella (Go for her)”.

Yo me sorprendí bastante. Yo era el jefe de camareros de Joe Strummer en la fiesta de Joe Strummer. Yo tenía 21 años y era el tío más tímido del mundo. Miré a Joe, miré a la chica, que estaba de espaldas, sola, mirando el agua de la piscina o algo, mirando la luna y fingiendo estar divirtiéndose mucho ella sola.

-Está loca por tí, Jesús -me dijo Joe.- Desde que ha llegado, no ha dejado de mirarte ni un sólo momento. Volví a mirar a la chica, y seguía de espaldas.

-She’s not looking at me, Joe -le dije- Esa chica no me ha mirado ni un sólo segundo.

-Believe me, man -me dijo él- She’s dying for you. Everytime you’re doing something, she’s looking at you. Trust me! Ve a por ella, man. Go for her.

Volví a mirar a la chica. Ella se volvió y paseó su mirada por toda la gente, me encontró, me ignoró, siguió mirando a la gente.

Le dije a Joe que estaba fantaseando, que la chica ni siquiera se había fijado en mí. La chica seguía de espaldas, muy de lejos, mirando la noche. Joe me dijo: “Hagamos una cosa: Ve a por ella, dile ‘hola’, charla con ella y, si en diez minutos no os estáis besando, yo te pagaré 10.000 pesetas. Si vas y os besáis a los diez minutos, algún día tendrás que pagarme 10 cervezas. Y ahora ve”. Salí de la barra. Fui. Le hice un tock-tock en el hombro en plan "Hola" a la chica. Me sonrió. Empezamos a hablar... Diez minutos después estábamos en el jardín trasero de la casa devorándonos. Recuerdo que, durante todo el morreo, oía de fondo la música de 091 en directo. Esa fue la noche en que, tras verlos en directo, Joe corroboraría finalmente su pacto de producción con la banda.

Al final de la noche volvimos la chica y yo de la parte trasera del jardín con Joe y Gabi, su mujer, que estaban agotados. Le dije a Joe: “Ésta es la chica. You win”.

Joe sonrió malévolamente y me dijo: “Nunca dudes de mí, Hasoos. If I tell you: ‘Go for her’, just go for her...”.

Le pregunté en inglés: “¿Y cómo sabes eso?”.

Me respondió: “Porque le he dado muchas vueltas al mundo”.

Y sí, era cierto. Joe, ya en aquella época, le había dado muchas vueltas al mundo...


El médico loco

El otro día, en el concierto de José Ignacio Lapido, me encontré, después de mucho tiempo, con Gabi Contreras, Mad Doc (El Médico Loco, como le llamaba Strummer). Gabi era el tío en cuya casa (una auténtica mansión en el campo, con un paseo de cipreses, piscina, jardines) se quedaba Joe cuando venía a España con su familia y en donde organizamos algunas de las memorables fiestas de Granada...

Gabi había conocido a Joe durante la época en que vivió en Londres con Gloria, su mujer. Estaba en medio de todo, con The Clash, los Sex Pistols, Sid Vicious. Ya contará él cosas, que las tiene a miles. Bueno, pues el otro día me contó una anécdota bastante cachonda.

Un día, de improviso, Joe le dijo que tenía que irse inmediatamente a Londres y que necesitaba 100.000 pesetas. Le preguntó a Gabi si llevaba por casualidad 100.000 pesetas encima, y luego le dijo: "¡Qué tontería, tío! ¿Cómo vas a llevar 100.000 pesetas encima?". Casualmente, Gabi había hecho esa misma mañana una operación bancaria y tenía 100.000 pesetas encima. Se las sacó del bolsillo y se las dio a Joe, que se quedó alucinado. Una vez más, Gabi Contreras, uno de los mejores radiólogos de este país, volvió a ser Mad Doc, el Médico Loco.

Una semana después, al volver a casa, se encontró a Joe, que acababa de volver de Londres, en el salón, junto a la chimenea, poniendo montoncitos de billetes de mil pelas para devolvérselos a Gabi... je, je, je... Joe siempre estaba pidiendo dinero, pero siempre lo devolvía, o siempre te daba un montón de pasta para cualquier cosa...

Almería

El tiempo que Joe estuvo rodando en Almería (creo recordar que fue en 1986-87) no apareció mucho por Granada. Sí te puedo decir que se quedó fascinado con Almería, porque él mismo me lo decía cuando hablábamos por teléfono. De hecho, se compró una casa en San José que creo que aún conserva Lucy, su viuda, en la que Joe religiosamente pasaba casi todos los meses de agosto (venía para celebrar su cumpleaños, que era el 21 de agosto). Sí hablamos bastante de 'Mistery Train' cuando él vino a Granada en 1990 ('Mistery Train', película de Jim Jarmusch, es de 1989 y yo la había visto). Yo me descojonaba viéndolo hacer de borracho. "Tenías que haberte emborrachado de verdad para las tomas, tío", le decía yo. "Porque cuando estás borracho eres la hostia". "Me habrían echado del rodaje", contestaba él: "Habría sido capaz de pegarle un tiro a alguien de verdad con aquella pistola".


Mick Jones y la Alhambra

Yo no sé lo que tiene esa generación de punks ingleses, pero son todos dignos de conocer y de compartir una tarde de charla con ellos. Super-humildes. Les mencionas una canción suya y te dicen: "¡Dios mío, ¿conoces esa canción? Joder, gracias por decírmelo, me ha encantado que te guste!". Y les preguntas: "¿Cómo tocabas esta canción?", van, buscan una guitarra, se sientan a tu lado, y te dicen: "Yo la tocaba así". Y te la tocan.

Joe, a Mick Jones (guitarrista de los Clash), le tenía muchísimo cariño. Creo que Joe empezó a confiarme muchas cosas y a contarme muchas cosas porque yo era, en sus tiempos de crisis, el único que le decía: "Tío, deberías llamar a Mick Jones, reconciliarte con él, charlar, volver a tocar juntos". Ahí fue, en 1985, cuando Joe se me abría mucho, me hablaba mucho de sus crisis, de su inseguridad, de lo que echaba de menos el espíritu de The Clash.

Un día, en 1988, o mejor dicho, una noche, a las tantas, sonó el teléfono en casa. Era Joe. "Man, I did it. I phoned Mick today. He has invited me to visit the studio to see what BAD is doing right now. Gracias por el consejo, hombre". Y me estuvo informando prácticamente a diario de todas las sesiones de 'Tighten Up', de los BAD. De que se había reconciliado con Mick Jones y quería que yo fuese el primero en saberlo.

Le conté eso a Mick Jones en 2003, justo mientras charlábamos con la Alhambra al fondo y mientras la fotógrafa de mi periódico nos hacía esa foto. "Al fin estoy en el sitio", me contó Mick, "del que Joe me había hablado tantas veces... Granada. Y ahora lo entiendo. Tenía que haber venido antes. Teníamos que haber venido los dos antes aquí... Bueno, yo estoy aquí. Joe debe andar más o menos por aquí. Nunca debimos habernos peleado, porque siempre fuimos colegas (because we were always mates, soul-mates)".

Mick me habló de lo mucho que Joe siempre le había mencionado Granada, me comentó sonriendo que, de hecho, quien cantaba el verso “Spanish bombs in Granada” en 'Spanish bombs' era él, y no Joe, que en esa parte hacía los coros añadiendo la palabra “mandolina”. Y que le encantaba el ambiente. Fue una charla accidental, con un Mick muy tímido y muy cortado y yo igualmente tímido y cortado. Pero, en un momento determinado, Mick se volvió hacia La Alhambra y me dijo:

“Una vez Joe me comentó que había sido muy feliz en Granada mirando un gran monumento árabe al atardecer, algo que le dió muchas ganas de vivir y hacer música, una gran puesta de sol... Supongo que ése debe ser el monumento... La Alhambra... ¿Cómo se pronuncia La Alhambra en español?”. Yo se lo dije.

“Desde que lo he visto desde la ciudad, he pensado que ése debía ser el monumento”, me dijo Mick. “Realmente hermoso (Really beautiful)... Really, really Joe...”

Se quedó pensativo un rato y luego me dijo: “Joe tenía razón. Realmente debería haber venido a Granada mucho antes. Es una ciudad increíble. Ahora entiendo muchas de las cosas que Joe me decía sobre Granada, Almería, Andalucía. Sois gente afortunada por vivir aquí”.

Un tipo super-entrañable Mick Jones...


Simonon

De Paul Simonon (bajista de los Clash) Joe hablaba bastante bien. Ten en cuenta que cuando lo conocimos en Granada, Paul seguía con él en la nueva formación de The Clash (la del 'Cut the crap'). Joe me comentó muchas veces que quien más ligaba del grupo era Paul Simonon y que no sabía qué diablos seguía haciendo con él, porque lo de Paul siempre había sido la pintura. El bajo aprendió a tocarlo porque era el instrumento más fácil que había entonces y porque tenía las manos lo suficientemente grandes.

Cuando Joe dejó definitivamente el grupo antes de la edición de 'Cut the crap' (yo tengo ese disco firmado por Joe con la dedicatoria "Jesús, si hay una fiesta a Granada, esperate por me!!!") Paul formó los Havanah 3 am. No sé si tuvieron algún conflicto él y Joe, aunque supongo que no.

Richard Dudanski intentó contactar con él cuando estuvimos preparando el homenaje a Joe en agosto de 2003 en el Sacromonte, pero no hubo manera de localizar su teléfono o su e-mail. También le llegaron rumores a Richard desde Londres de que Paul estaba definitivamente retirado de la música y que sólo se dedicaba a pintar. Lo último que he oído de él hace unos días es que había montado un grupo nuevo ('The Good, The Bad & The Queen').

Siempre hubo controversia sobre quién había sido el verdadero autor de la línea de bajo de 'London Calling' (algo de lo que Joe nunca llegó a hablar), pero en canciones como 'Police & Thieves' o 'Guns of Brixton', Paul marcaba estilo. José Antonio García (091), que vio a The Clash en directo en Madrid en 1981, decía que el grupo (y especialmente el bajo) sonaba potentísimo.


La melancolía de los grillos

Hay dos discos que, no sé si porque son buenísimos -y a mí me lo parecen- o porque, personalmente y sentimentalmente, tienen muchas connotaciones para mí, pero que considero imprescindibles para conocer a Joe Strummer: el 'Earthquake weather' y la banda sonora de la película 'Walker'. Yo ya hacía mucho tiempo que, cuando salieron, conocía personalmente a Joe, hablaba bastante a menudo con él por teléfono cuando estaba en Londres, o me tiraba días enteros de charlas con él cuando venía por Granada. De modo que tener a un colega por amigo más que a una estrella de rock, leer que ha sacado un disco y oírle preguntarme mi opinión sobre él, era un auténtico lujo.

Del 'Eartquake weather'... cuando oí 'Leopardskin limousines'... se me puso la piel de gallina. Esa voz rota de Joe, esa intimidad en las guitarras, esos casi susurros, decían mucho más de él que cualquier entrevista. Joe lo estaba pasando bastante mal en solitario -o, mejor dicho, en soledad-. Atravesaba lo que se ha venido a conocer como "Joe's wild years" (los años salvajes de Joe) que, en realidad, eran su travesía del desierto. Seguía siendo muy admirado, pero vivía con el sambenito de "con The Clash eras la hostia, tío. Pero en solitario estás decepcionando bastante". Joe se sentía con una inseguridad tremenda sobre cada nuevo proyecto en el que se involucraba. Se sentía un fracasado y eso se le notaba en la voz a la hora de cantar: era una voz con una melancolía increíble. Yo se lo dije cuando una tarde, en mi casa, pusimos el 'Earthquake weather'. Fui directo a poner 'Leopardskin limousines'. "Tío, esto es Tom Waits, son Robert Wyatt o Elvis Costello tocando el 'Shipbuilding'. Es puro Strummer". "¿De verdad piensas eso?", me preguntó. Le dije que sí y me dijo un "gracias" que le salía del corazón a borbotones. Esa tarde -yo ya entonces bebía whisky- nos dimos un homenaje de música, guitarras y alcohol. Por fin, después de mucho tiempo negándose a hablar sinceramente de The Clash, me enseñó a tocar como ellos lo hacían 'London calling' o 'Junkie slip', hablamos de su canción favorita de The Clash, 'Straight to Hell', curiosamente, una canción del disco que él más detestaba (junto a "Cut the crap"), porque 'Combat rock', según me dijo, había sido grabado en un ambiente de muy mal rollo, con muchos problemas con Topper Headon (baterista de los Clash) y Mick Jones y mucho estrellato de por medio. Sin embargo, en las sesiones de 'Straight to Hell', el grupo había vuelto a conectar, y el ambiente era muy sereno, muy íntimo. Eso, desde luego, se nota en la grabación.

Pero, para mí, sin duda, la mejor canción cantada por Joe Strummer fue, es y será 'Leopardskin limousines'. Había conocido al guitarrista Zander Schloss y estaba explorando nuevos caminos. Ese tema es una joya que no sé cómo ahora está en el baúl de los recuerdos. Algún día alguien la rescatará y la gente descubrirá lo hermosa que es. En el concierto de homenaje que le hicimos en el Sacromonte en el 2003, yo me subí a tocar con Lagartija Nick y Tymon Dogg. Tocamos el 'Leopardskin limousines' y fue uno de los mejores momentos de la noche para mí. También, según me confesaría Mick Jones después, para él. Oyó el 'Leopard' desde los camerinos y se salió para vernos. Cuando tocamos el 'Straight to Hell', me dijo que le llegaron de pronto un montón de buenos recuerdos sobre Joe. A Mick Jones, 'Straight to Hell' le parece también una de las mejores canciones de The Clash.

El otro disco, en mi opinión hermoso hasta decir basta, es 'Walker'. Ahí ya estaba Zander Schloss de pleno. Joe se había ido con el equipo de rodaje de Alex Cox a Granada, Nicaragua (curioso) y allí había descubierto millones de cosas. Algo que probablemente muchos desconozcan por aquí es que Strummer, hijo de un diplomático, pasó gran parte de su infancia en México. Allí fue donde aprendió su español macarrónico y donde tuvo sus primeros contactos con la música. Cuando llegó a Nicaragua, volvió a revivir su infancia. Por eso la música de la película suena tan mexicana. Quiso revivir los sonidos que él había oído en su infancia. Siempre me comentó que, de niño, le fascinaba el sonido de los grillos en México. Por eso The Clash utilizaban ruido de grillos en 'Death is a star', de 'Combat Rock' y Joe prácticamente pobló de grillos las canciones de la banda sonora de 'Walker'... sus "noches mexicanas", como él decía.

Al ser una banda sonora, tenía que adaptarse a los tiempos del guión, a las características de las escenas. Pero era un disco muy Strummer, muy íntimo. Ahora no lo tengo a mano, pero hay una canción con una trompeta que es una maravilla, y otra con un slide, todo muy lento, muy suave, muy recogido, que pone el vello de punta.

A Joe le encantaba que yo le comentara esas cosas porque, para él, el que alguien se fijara en un pequeño detalle, era como la llave que abre una puerta y él ya puede charlar libremente. Decir: "Esa canción es una mierda, me salió jodidamente mal en el estudio" o "Me gusta lo que hago aquí, como se me rompe la voz". Cosas de músicos, supongo, pero, para mí, absolutamente entrañables.

Muchas veces, me siento en casa y pongo alguno de los viejos discos de Joe. Mientras los oigo, voy recordando lo que él me decía de ellos, el fallo de la percusión aquí, la que tuvieron que liar para empalmar el sonido de dos guitarras allá. En cierto modo, vivo el disco...

En la época de Mescaleros, Joe volvió a resurgir. Pero, para conocer al Joe más íntimo, más "Tom Waits", digamos, yo me pongo siempre el 'Earthquake weather', que tiene cosas preciosas y cosas insoportables, y la banda sonora de 'Walker', que es una preciosidad en mi opinión.

Me pongo esos discos en las noches de melancolía. Y son hermosos.


El peatón con chaqueta de motorista


Joe era zurdo de nacimiento, pero aprendió a tocar con la derecha. De ahí lo de "Strummer": aporreador de cuerdas. Básicamente, era un guitarra rítmico. Nada malo, por cierto. Pero en ciertos temas de The Clash, le costaba muchísimo poner acordes complicados. Una tarde intentó explicarme cómo Mick Jones hacía los acordes de 'London Calling', y le costaba verdaderamente. Tenía que ir poniendo uno a uno los dedos sobre el mástil de la guitarra. Su parte se la sabía de maravilla (los típicos acordes que se tocan con una acústica). Recuerdo que temas suyos, tanto en música como en letra, eran los del primer disco. 'Straight to hell', en 'Combat Rock'... Luego en su carrera en solitario, 'Love kills', 'Dum-dum club'. Para la banda sonora de 'Walker' tuvo a Zander Schloss, que era un guitarrista magnífico. Otra canción que era totalmente suya en música y letra fue 'Leopardskin limousines', en 'Earthquake weather'... pero era porque ahí tocaba el piano.

Lo suyo, esencialmente, eran las letras. Tenía millones. Siempre lo recuerdo con un cuaderno de notas pequeño en su bolsillo en el que hacía magníficos dibujos, pintaba estrellas de cinco puntas o tenía frases y expresiones en castellano y su significado en inglés. Y luego, páginas enteras llenas de letras de canciones, versos sueltos, indicaciones con flechas de que tal o cual verso debería ir unido a tales otros que había escrito tres páginas después. Cosas así.

La última vez que estuvo aquí, Tymon Dogg me contó que en la canción 'Death is a star' de 'Combat rock', el pianista había sido él tonteando en esos momentos de descanso en las sesiones de grabación. Joe escribió tirado en la moqueta del suelo la letra de la canción en apenas unos minutos, y Mick Jones se unió a la sesión. Joe era, sobre todo, un tío bastante ingenioso, muy despierto. Le encantaba jugar con las palabras. Siempre estaba haciendo juegos de palabras.

A mí me llamaba "God" porque decía que, en inglés, es menos irreverente llamar a alguien "God" que llamarle "Jesus" (mi nombre). Siempre estaba de coñas con eso, con mi nombre. Sobre todo cuando venían amigos ingleses y me tenía que presentar. "Before I introduce this guy, you must get down on your kees!" (o algo así) ... Luego decía, todo teatral, "He's Jesus... Christ!".

A mí, como letrista, me parece acojonante. Recuerdo que una vez me enseñó uno de sus cuadernos. Tenía un par de versos que me llamaron la atención: "I've got my motorcycle jacket, but I'm walking all the time". Le pregunté qué querían decir. Me dijo que era respecto a cómo se sentía él, cómo veía a su país: como gente con una chaqueta de cuero de motociclista, dispuesta a pilotar una inmensa moto... pero que no tiene moto, ni ningún sitio adónde ir. Que tiene que ir andando a los sitios porque es pobre. Que Inglaterra era un país de ficción, que alardeaba mucho con sus motos y el cuero, pero que tenía que ir caminando a todas partes.

Meses después, esos versos que me había explicado estaban en la canción 'This is England', de 'Cut the crap', un disco que él ni siquiera llegó a terminar. Me asombró cómo había logrado encajar aquellos versos en aquella canción. Me pareció brutalmente formidable. Hice mía esa canción porque él me había contado, mucho tiempo antes, el significado de lo que quería decir.

Flamenco

Un día íbamos Joe Strummer y yo por la Gran Vía de Granada... Había una tienda de discos especializada en flamenco. Aún se llama 'Gran Vía Discos'. Joe me pidió que hiciera de traductor. Se compró un "box" entero sobre la historia del flamenco, desde Antonio Chacón hasta Mairena.

Se llevó el disco a Londres como si fuese un tesoro...

Era una de esas cajas con diez vinilos y toda la historia de la música flamenca.

Me acuerdo de ese día. Joe muy orgulloso de llevarse ese montón de discos de flamenco. Ya no sé si llegó a escucharlos. Pero se llevó la caja entera.

De eso sí que me acuerdo.


Entrevista a Joe Strummer



Granada, octubre de 1984.


Escenario: Restaurante ‘Juanillo’, Sacromonte. Un día soleado y cálido. Al fondo, la Alhambra. Mediodía. Estábamos el periodista de ‘Diario de Granada’ Juan Jesús García, Joe Strummer, y yo, como traductor y ayudante de redacción. Suena música flamenca en los altavoces del restaurante.


Trataré de mezclar el mismo inglés y castellano que utilizó Joe para darle el auténtico espíritu de la entrevista. Cada vez que pongo '' (apóstrofes), es Joe hablando en castellano. Si no hay apóstrofes, es Joe hablando en inglés...

Juan Jesús García: Creo que lo lógico es que te pregunte, para comenzar, que por qué has venido a Granada...
JOE: How do you say ‘reasons’?
Jesús Arias: ‘Razones’
JOE: ‘Por muchas razones’. Obviamente, porque estoy obsesionado con Andalucía. En segundo lugar, ‘a Londres’, el ambiente ‘a Londres’ es muy depresivo, la gente es muy deprimente. Y en tercer lugar, y lo más importante, ‘y es cosa muy importante’, he venido aquí para pensar.

Juan Jesús García: ¿Por qué estás enamorado de Andalucía?
J.A.: Why are you in love with Andalucía?
JOE: Porque soy un romántico...

Juan Jesús García: Bueno, vamos a hablar ahora de cosas más serias. Desde hace al menos dos años, ¿cuál es la situación de The Clash hoy en día?
J.A.: What’s the situation of The Clash from the last two years?
JOE: Una, es que estamos en reconstrucción... Y también para aprender de todos los errores del pasado, comprender todos los errores, SENTIR todos los errores del pasado. Sentir el dolor del pasado. Y entonces, tratar de hacerlo mejor para el futuro.

Juan Jesús García: ¿Y sería posible volver a hablar con Mick Jones sobre una posible reunificación del grupo?
JOE: No, no, no. No sería posible ser The Clash con Mick Jones 'porque’ para estar en The Clash tú debes ser capaz de ser autocrítico, autocriticarte. Y para Mick Jones... A él no le gusta la autocrítica. ‘Mick Jones no le gusta’ autocriticarse. ‘Entonces, salida’. ‘Esa es la razón que yo (le digo) a Mick Jones: salida’. ‘Espera: yo he visto todos los grupos de España, del mundo’ ser capaces de autocriticarse. Ésa es la cosa más importante: la autocrítica.
JOE: ‘Perfecto’.

Juan Jesús García: ¿Qué gente serán los nuevos miembros de The Clash?
JOE: Peter Howard is (inenteligible)... Dennis ? es guitarra, ?? es guitarra...
J.A.: ¿Tú tocarás la guitarra o serás sólo el cantante?
JOE: Yo hago piruetas (I’m spinning on my head) en las actuaciones.
J.A.: ¿Qué? ¿Piensas saltar y todo eso?
(Evidentemente, Joe está bromeando. Se ríe)

Juan Jesús García: ¿Estás componiendo para el nuevo repertorio del grupo?
JOE: ‘¡Claro!’ Por supuesto. No es bueno (ininteligible), pero me siento bien escribiendo aquí (ininteligible).
-Joe me habla a mí como traductor-:
-(Díle que me gusta escribir en los bares, siempre de pie, en la barra de un bar).
(Han puesto música de flamenco ambiental bastante fuerte y muchas preguntas y respuestas se pierden por culpa del sonido que hay por todo el restaurante)

Juan Jesús García: ¿Van a tener los nuevos Clash la misma posición crítica y social que tuvieron siempre? ¿La misma sensibilidad?
JOE: ‘¡Claro!’. Creo que el cantante de un grupo debe ser el loco que critica desde fuera a una sociedad. ‘Traducción’ (me pide que traduzca esto al castellano. Traduzco) Para ser un cantante, debes estar fuera de la sociedad, del sistema. Siempre. Siempre fuera.

Juan Jesús García: ¿Y es posible conseguir esa situación en el mundo del disco, que es capitalista?
(Traduzco al inglés).
JOE: Sí. Sí, por supuesto. Si tu alcanzas la independencia necesaria..., si tienes una posición de independencia fuerte, si eres independiente. Por ejemplo... si la compañía discográfica te dice: “Vale, ya no hay más dinero para tí porque vamos a hacer un disco con alguien diferente, ya no te damos más dinero (inentiligible)... entonces debes hacer que tu dinero funcione. Debes ser fuerte ante la compañía. Nunca debes dejar que ellos tengan la última palabra. Nunca dejes que ellos te dominen.”

JOE: ‘Cuando un americano me dijo: ‘Venga a tocar por medio millón de dólares’, nosotros dijimos sí, porque con medio millón de dólares, nosotros podemos decir a la compañía: ‘ahora independientes’. (Ininteligible)
Mencionamos el proceso de grabación y producción de ‘Sandinista!’.
JOE: Fue un asunto realmente duro. Estuvo bien. Pero... (borrado en la cinta).
J.A. (a Juan Jesús García): Le he preguntado que quién pagó ‘Sandinista!’, si la CBS o ellos -The Clash-. Él me ha dicho que ellos. Que la CBS, cuando le propusieron el proyecto, les dijo que ‘bien’, pero que “si lo queréis, lo pagáis vosotros”. “Es vuestro dinero”. Entonces ellos decidieron.

JOE: Ese proyecto casi nos mató (“this deal nearly killed us”). Cometimos algunos errores que casi nos mataron.
J.A.: Joe dice que eso estuvo casi a punto de acabar con el grupo. (Ininteligible)

(Juan Jesús García habla sobre la diversidad musical del grupo. Traduzco. El sonido ambiental hace casi imposible transcribir algo).
JOE: Utilizamos la inteligencia... Después de tantos experimentos, ahora, creo que hemos llegado a lo que me gusta (hacer).
J.A.: ¿Te gusta el jazz, eres bueno en jazz? (Le comento a Joe que, en mi opinión, es muy bueno en jazz porque, en ese momento, tengo en mente canciones como ‘Look here’, de ‘Sandinista!’ o ‘Jimmy Jazz’. Su voz, en algunas canciones, me recuerda a Tom Waits... Le hago ese pequeño comentario aparte, que no aparece registrado en la cinta)

JOE: No, no soy bueno. No soy bueno porque para tocar jazz debes ser un jazzista. Pero yo soy un rockero. No soy un buen jazzista. Me gustaría ser un buen rockero. Fui un buen front-man en The Clash. Espero serlo en The Clash 2.. (La cinta está medio borrada en esta parte)

Juan Jesús García: ¿Y cómo afecta la postura de Clash, la postura enfocada finalmente a una población hacinada en los guettos de Londres, cómo afecta a la población de esos guettos? ¿Sois aceptados o no? ¿Sirven vuestros mensajes? ¿Os apoyan?
Traduzco.
JOE STRUMMER: Creo que la clase media... conozco a la clase media, yo soy de la clase media, ¿‘entiende’?. Vengo de la clase media, la conozco... y pienso que mucha gente de clase media a la que le gustamos... son los primeros de los que nos quejamos... Vienen a nosotros, pero nunca se quejan de nada... Intento hablar con ellos... Tengo mucho más en común con la clase trabajadora. La gente de la clase trabajadora nunca se quejó de nosotros. Simplemente les gusta la música que hacemos. Nunca nadie en la clase trabajadora me hizo un ‘mec-mec-mec’ de aburrimiento, ni puso una nariz respingona. La clase obrera siempre me dice: “Sabemos que lo intentas”. (Ininteligible)

Juan Jesús García: ¿Dónde te sientes más cómodo, en un estadio o en un pub?
JOE STRUMMER: Eso no importa. He tocado en sitios para 200.000 espectadores y en pubs para 80. Muchas veces (ininteligible). A veces he tocado para una sola persona. (Traducción: ininteligible)

JOE STRUMMER (respondiendo a algo) Aprendí que, si haces algo bien, 10.000 personas lo van a entender tan bien como si lo hubieras hecho delante de diez personas.
J.A.: (Traduciendo) Dice que, si haces una cosa bien, 10.000 personas lo pueden entender tan bien como si lo haces delante de diez personas.

JOE STRUMMER: Si haces algo bien, lo haces bien para todos.
Juan Jesús García: ¿Es fácil en Londres salir de los suburbios?
JOE STRUMMER: (Silencio largo) Nada es fácil. Nada es absolutamente fácil. Porque si fuera algo fácil, habría mucha gente haciéndolo...

Juan Jesús García: Ahora voy a hacerle unas preguntas, y me gustaría que me contestara sobre lo primero que se le viene a la cabeza... Lorca...
JOE STRUMMER: ¿Lorca?
J.A.: García Lorca.
JOE STRUMMER: The empty chair in the corner of the Bodegas Sabanilla... How do you say ‘empty chair’?...
Silla vacía... (Lorca es la silla vacía en un rincón de las bodegas Sabanilla...)

J.A.: ¿Tuvísteis problemas con la edición de ‘Washington Bullets’ en Estados Unidos?
J0E: ‘Esto es muy importante’. La reflexión de la gente que controla nuestras vidas me hizo pensar mucho en esto: “a ellos no les importa, creen que no importan. Sólo venden discos. Nunca se atreverían a acercarse a mí y decirme: “Este disco es la hostia, o algo así”. La pregunta es ésta: “cuando un disco está en la calle, en la puta calle, ¿qué pasa?”. Son asquerosamente sutiles. Ponen un disco en las tiendas, en las estanterías. Pero no lo promocionan. Criticas algo y se callan. It works like this.
(Traduzco)
‘Sutiles’, enfatiza Joe... La cuestión del dinero no es lo importante, sino el compromiso, el compromiso con la casa de discos...

De hecho, Joe Strummer y yo hablaríamos mucho sobre ello en meses posteriores...


Textos de Jesús Arias (alias Exxon Valdez)
[Via ipunkrock· Granada Hoy·Indy Rock]



Y se pueden escuchar online los programas de radio que hizo Strummer para la BBC con sus canciones favoritas. Descubro ahí (emocionado por la coincidencia) que su canción favorita de Elvis era 'Crawfish' ("por ese toque tan Nueva Orleans", dice). Y saber, por ejemplo, que él también era fan de Nina Simone...And you can listen online the 'Joe Strummer's London Calling' radio shows Joe hosted for the BBC presenting some of his favourite songs:

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"Federico García Lorca es la silla vacía en un rincón de las Bodegas Sabanilla", Joe Strummer. "Federico García Lorca is the empty chair in a corner of the Bodegas Sabanilla".