viernes, 27 de enero de 2012

Viaje al Fin de la Noche


Louis-Ferdinand Céline, Meudon ca. 1955. Foto: Bernard Lipnitzki


"Más vale no hacerse ilusiones, la gente nada tiene que decirse, sólo se hablan de sus propias penas, está claro. Cada cual a lo suyo, la tierra para todos. Intentan deshacerse de su pena y pasársela al otro en el momento del amor, pero no da resultado y, por mucho que hagan, la conservan entera, su pena, y vuelven a empezar, intentan otra vez endosársela a alguien. "Es usted muy guapa, señorita", van y dicen. Y reanudan la vida, hasta la próxima vez, en que volverán a probar el mismo truquillo. "¡Es usted guapísima, señorita!..."

Y después venga jactarse, entretanto, de haberte librado de tu pena, pero todo el mundo sabe, verdad, que no es cierto y que te la has guardado pura y simplemente para ti solito. Como te vuelves cada vez más feo y repugnante con ese juego, al envejecer, ya ni siquieras puedes disimular, tu pena, tu fracaso, acabas con la cara cubierta de esa mueca fea que tarda veinte, treinta años y más en subir, por fin, del vientre al rostro. Para eso sirve, y para eso sólo, un hombre, una mueca, que tarda toda una vida en fábricarse y ni siquiera llega siempre a terminarla, de tan pesada y complicada que es, la mueca que habría de poner para expresar toda su alma verdadera sin perderse nada."


Louise-Ferdinand Céline, extracto de 'Viaje al Fin de la Noche' (1932).