sábado, 15 de junio de 2013

Nuevo capítulo de Dirtmusic en Mali




'Troubles' es el álbum más reciente de esa especie de super-grupo experimental-alternativo que es Dirtmusic y que incide, llevándolo un paso más lejos, en la brecha abierta con el anterior, 'BKO' (2010), de aunar su toque rock a los sonidos de África y Tamikrest, con la diferencia de que en esta nueva grabación se nota una mayor asimilación de los grooves de la música africana. Un magnífico álbum para gente abierta de oídos que pueda disfrutar ese territorio de nadie, imposible de clasificar, en el que se desenvuelve el resultado y en definitiva un intento corajudo de estos músicos, Chris Eckman (The Walkabouts) y Hugo Race (Fatalists/Nick Cave) y ya sin Chris Brockaw (Come/Codeine) que volvieron a viajar a la cada vez más extremadamente conflictiva Mali (esa zona de África se está convirtiendo en un lugar de intrincado conflicto militar-político-tribal y en reducto de reclutamiento y desarrollo para el islamismo radical) y que con la ayuda de músicos locales como Samba Touré, Lobi Traoré, Ben Zabo o (de nuevo) Tamikrest pusieron en pie algunas composiciones que han grabado para la ocasión en un local en Bamako que pertenece a Salif Keita. Un álbum que está más allá de ser un simple apunte de viaje y que supone un esfuerzo creativo a modo de apoyo a un país en conflicto, algo que es de agradecer en este mundo egoísta.

"Aterrizamos en Mali sin canciones terminadas, sólo páginas de notas y fragmentos y el plan para crear algo de lo que venga, canalizando la energía que encontramos en el aire que nos rodea. El negocio no es bueno, dice Sidibe, no hay trabajo, nadie ha estado viniendo desde el principio del año, desde que comenzaron los problemas. Pero esto va a cambiar, Inch'Allah! Afuera, en el crepúsculo, el aparcamiento del aeropuerto está casi vacío y los cambiadores de moneda y porteadores de equipaje y demás buscavidas son notables por su ausencia. A unos cien metros se halla congelada la construcción de la nueva terminal del aeropuerto, una silueta magra de vigas y cemento contra el cielo oscuro. Cargamos nuestras guitarras y bolsas cargadas de electrónica en el maletero y nos unimos al tráfico de motos y camiones que fluyen sobre el puente del Níger en la humedad bruta y el asfalto de la ciudad de Bamako.
¿Qué me cuentan de los problemas actuales? ¿Cómo es la situación aquí en Bamako, con los combates en el norte? Alí descubre unos perfectos dientes blancos y comienza a disparar un Kalashnikov imaginario, al estilo Rambo - todo bien, dice, ¡esa es mi respuesta a los problemas! El amigo de Alí se une a la charada, hace como si portara un lanzagranadas posado en su hombro y los dos se echan a reír como si no les importara el resto del mundo. A nuestro alrededor, una suave luz baila espectral en los exuberantes árboles subtropicales y los ruidos de la selva susurran en la brisa.
El problema, dice Phil, es la gente. Malí se compone de muchas tribus diferentes y estos años han convivido pacíficamente, hasta ahora. La situación sólo puede resolverse a través de la buena voluntad y el diálogo, y la música es una manera de traer a todos juntos de nuevo. Samba Touré no es optimista sobre la situación - su pueblo natal, cerca de Timboctou, ya ha sido invadido por los islamistas. La música, dice Samba, es muy, muy importante. En este momento es todo lo que tenemos.
Montamos nuestro equipo en el Club Moffou de Salif Keita, una sala de conciertos con una pista de baile de cemento y una balconada de baldosas de mármol con paneles de una hermosa madera roja. Una bola de discoteca giratoria refleja un patrón de colores al azar en el piso del estudio. El efecto es psicodélico entre las sombras oscuras del club, un juego de cambio de tonos sobre nuestra piel y los instrumentos. Dos amplificadores Peavy de los ochenta bien curtidos por la humedad asoman detrás de los bafles y las pantallas acústicas improvisadas. La música está a punto de comenzar. Nuestra sección de ritmo son músicos Bwa de la región de Bwatun, entre Mali y Burkina Faso. Ben Zabo describe el Bwa medio en broma como "alemanes de Malí, trabajadores, nobles, que sólo beben cerveza y trabajan duro". Largos jams atmosféricos forman la base de nuestra colaboración, que nos da espacio para descubrir un terreno común. Tensiones invisibles nos conducen, y el estrés es bueno para la música. Cada toma es un viaje mágico y misterioso, la búsqueda de un punto de fuga en el que todos nos sincronizamos y la música cobra sentido. No hablamos mucho sobre lo que estamos haciendo en realidad, sólo dejamos que suceda.

Alrededor de la grande marche, se quiebran ventanas por el ruido de los disturbios del golpe de Estado. Un caos de peatones y motos pululan por el tráfico lento. Los niños se pelean alegremente en la parte delantera del Mercedes como si no estuviera ahí, Sidibé saludándolos cuando se retiran del capó, el Afro-rock de alto octanaje de Lobi Traore atronando en la radio del coche, todo el mundo gritando o marchando. A lo largo de la carretera principal a Tamana, no se aprecia luz eléctrica por ningún lado - todo el distrito en apagón. Aunque la corriente eléctrica se ha venido abajo, el cielo está en erupción con las hojas de un rayo. Un viento poderoso surge de la nada. La tormenta está creciendo.
El racismo es el problema, dice Samba Touré. Yo soy Songhai, y crecí cerca de Tombuctú, en un pequeño pueblo. Estábamos todos juntos, los tuareg, los Songhai y otros. Teníamos las mismas oportunidades, los mismos problemas, las mismas esperanzas. Entonces, ¿quién tiene derecho a hablar contra nosotros, contra nuestra unidad?, ¿con qué derecho? El problema es que las divisiones tribales puede ser fácilmente provocadas para obtener beneficios políticos. No necesitamos división. No, más que nunca necesitamos la unidad porque la guerra se acerca.
El concierto del Día de la Independencia se carga de significado. En Mali, a la gente le encanta la música y la fiesta, pero con el estado de crisis y la guerra que se acerca, la emoción del concierto se ve atenuada por una profunda ansiedad. Cuando Salif Keita toma el micrófono, el júbilo y el entusiasmo llenan el aire. Sin embargo, tras varias canciones del primer set, la corriente eléctrica vuelve a venirse abajo y la grande salle se sume en el silencio más oscuro. Salif habla a la casa sin micrófono, pero en silencio todo el mundo lo escucha con claridad. Todos sabemos que hay grandes problemas en este momento, dice, pero vamos a encontrar una solución ayudados por la paz de nuestros corazones. Volveremos mis amigos, dice, permanezcan tranquilos, dénme uno minutos ...
El conflicto va en aumento a medida que el mundo se encoge globalizado ante nuestros ojos. Cada acción, cada evento, tiene repercusiones a lo largo y ancho. La tormenta rompe en Mali, pero el trueno se oye a lo lejos, no importa dónde te encuentres. Problemas...", NOTAS DEL LIBRETO DE TROUBLES, Bamako, Mali, Septiembre 2012


ENGLISH: A new album by this kind of super-experimental-alternative band wich is Dirtmusic and striking, taking a step further into the breach opened with the one before, 'BKO' (2010), to mix his edgy rock with the sounds of Tamikrest and other african beats, with the difference that this recent one shows a greater assimilation of African music grooves. A great album for people of opened ears who can enjoy its unique territory, impossible to classify, unfolding in a courageous lounging beautiful attempt by these musicians, Chris Eckman (The Walkabouts) and Hugo Race (Fatalists / Nick Cave), now without Chris Brockaw (Come / Codeine) both returned to the extremely increasingly dangerous Mali (that area of ​​Africa is becoming a place of intricate military conflicts and a base of recruitment and development for radical Islamism) and who with help of local musicians such as Samba Toure, Lobi Traore, Ben Zabo or (again) Tamikrest gave shape to some compositions recorded for the occasion in a Club in Bamako owned by Salif Keita. An album that is beyond a simple travel postcard to settle in its own place and a creative effort that stands as a support gesture wich should be appreciated in this egotistic world.


"We land in Mali without finished songs, just pages of notes and fragments and a plan to create something out of whatever comes our way, channeling the energy we find snapping and popping in the air around us.
Business is not good, says Sidibe, there's no work, nobody's been coming since the beginning of the year, since the troubles began. But it will change, inch’Allah!
Outside in the twilight the airport carpark is nearly empty and the currency changers and baghandlers and hustlers are noticeable by their absence. A hundred meters away the new airport terminal is frozen in construction, a lean silhouette of girders and concrete against the darkening sky. We load our guitars and bags of electronics into the boot and join the stream of motorbikes and trucks flowing over the Niger bridge into the raw humidity and concrete of Bamako city.

What about the troubles? How is the situation here in Bamako, with the fighting in the north?
Ali bares perfect white teeth and starts firing off an imaginary Kalashnikov, Rambo-style, from the hip – everything ok, he says, this is my answer to the troubles! Ali's friend joins in the charade, mimes a grenade launcher perched on his shoulder blowing out shells and they both start laughing as if they’ve not a care in the world.
Around us, a soft spectral light dances on the lush, subtropical trees and jungle vines rustle in the breeze.

The problem, Phil says, is just people. Mali is made up of many different tribes and for years they’ve lived in peaceful co-operation, until now. The situation can only be resolved through goodwill and dialogue, and the music is a way to bring everyone back together.
Samba Toure is not optimistic about the situation – his home village, near Timboctou, has already been overrun by the Islamists.
The music, says Samba, is very, very important. Right now that’s all we have.

We set up our equipment in Salif Keita's Moffou club, a night-haunt concert hall with a tiled cement dance floor and a mezzanine balcony panelled in beautiful red wood. A revolving discotheque gobo pulses out a looping random color pattern across the studio floor. The effect is psychedelic in the club’s shadowy dark, a play of shifting tones washing over our skins and instruments. Two weather-beaten, early-eighties Peavy solid state guitar amplifiers hiss behind improvised sonic baffles. The music is about to commence.
Our rhythm section are Bwa musicians from the region of Bwatun, half in Mali and half in Burkina Faso. Ben Zabo describes the Bwa half-jokingly as the ‘Germans of Mali’, industrious, high-minded, beer-drinking and hard-working.
Long, atmospheric jams form the basis of our collaboration, giving us space to discover common ground. Invisible tensions are driving us, and the stress is good for the music. Each take is a mystery tour, pursuing a vanishing point at which we all synch together and the music makes sense. We don’t talk much about what we’re actually doing, just allow it to happen.

Around the grande marche, every window is broken from the coup d’etat riots. A chaos of pedestrians and motorbikes swarm through the slow moving traffic. Boys scramble blithely in front of the Mercedes car as if it isn’t even there, Sidibe waving them off the bonnet, Lobi Traore’s high-octane Afro-rock blasting from the car stereo, everybody shouting or hustling or in motion. Along the main road to the Tamana, electric light is nowhere to be seen – the entire district is blacked out. The grid might be down, but the sky is erupting with sheet lightning. A powerful wind springs from nowhere. The storm is growing closer.

Racism is the problem, says Samba Toure. I’m from the Songhai people, and I grew up near Tomboctou, in a small village. We were all together, the Tuareg, the Songhai, other people too. We had the same opportunities, the same problems, the same hopes. So who should speak against us, against our unity, by what right? The problem is, tribal divisions can be easily provoked for political gain. We don't need division. No, more than ever we need unity because war is coming.

This Independence Day concert is charged with meaning. In Mali, people love music and love to party but with the state in crisis and war approaching, the excitement of the concert is tempered by a profound anxiety. When Salif Keita takes the microphone, jubilation and excitement fill the air. But several songs into the first set, the grid goes down again and the grande salle is plunged into darkest silence.
Salif speaks to the house without a microphone but in the hush, everybody hears him clearly. We all know there are big problems at this time, he says, but we will find a solution with the peace in our hearts. We will be back my friends, he says, be calm, a few minutes…

The struggle is escalating as the globalized world shrinks before our eyes. Every action, every event, has repercussions far and wide. The storm is breaking in Mali, but the rolling thunder can be heard in the distance, no matter where you are. Troubles…", TROUBLES SLEEVE NOTES, Bamako, Mali, September 2012



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Dirtmusic·'Fitzcarraldo'