viernes, 3 de julio de 2015

Ryuichi Tamura




VOLVIENDO A CASA

Nunca debí aprender palabra alguna
Cuanto mejor estaría
Si viviera en un mundo en el que los significados no importen
El mundo sin palabra
Si las palabras hermosas se cobran venganza contra tí
No es de mi incumbencia
Si significados silenciosos te hacen sangrar
Tampoco es de mi incumbencia
Las lágrimas en tus gentiles ojos
El dolor que gotea de tu lengua silenciosa
Les echo un vistazo y me marcho
Si nuestro mundo no tuviera palabras
¿En tus lágrimas habría tanto significado
Como en el corazón de una pieza de fruta?
¿En una gota de tu sangre habría
La resonancia resplandeciente
Del brillo de la puesta de sol de este mundo?
Nunca debí aprender palabra alguna
Solo porque sé japonés y un poco de una lengua extranjera
Me paralizo en tus lágrimas
Y vuelvo solo al interior de tu sangre


CUATRO MIL DÍAS CUATRO MIL NOCHES

Para que nazca un poema
debemos matar
muchas cosas debemos matar
muchas cosas amadas debemos fusilar
asesinar y hasta envenenar.

Miren,
cuatro mil días y noches desde el cielo
sólo para desear la temblorosa lengua de un pajarito
fusilamos cuatro mil noches de silencio
y cuatro mil días al contraluz.

Escuchen,
todas las ciudades donde cae la lluvia, las fundiciones
desde los muelles del pleno verano y las minas de
carbón,
por sólo desear
la lágrima de un único niño hambriento
cuatro mil días asesinamos de amor y cuatro mil
noches de ternura.

Acuérdense,
sólo por desear el miedo de un perro callejero
quien ve lo invisible a nuestros ojos
y oye lo inaudible a nuestros oídos
envenenamos
cuatro mil noches de imaginación
y cuatro mil días de fríos recuerdos.

Así para que nazca el poema
debemos matar
algo que amamos,
para revivir el cadáver
tenemos que irnos en ese
camino.