miércoles, 23 de marzo de 2016

A Las Generaciones Futuras · Bertolt Brecht


Bertolt Brecht en su pupitre, 1950. Foto: Fred Stein



I

En verdad, vivo en tiempos sombríos.
La palabra ingenua es insensata. Una frente lisa
indica insensibilidad. El que ríe
no ha recibido la terrible noticia.
¿Qué tiempos son estos
en los que una conversación sobre flores es casi un delito
porque incluye un callar sobre tantos crímenes?
¿El que va tranquilo por la calle
no es ya accesible para sus amigos
que están en la miseria?
Es cierto: yo gano todavía el sustento.
Pero creedme, es solamente una casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a saciarme.
Fortuitamente me he preservado
-cuando cese mi suerte estaré perdido-.
Se me dice: ¡come y bebe! ¡Estate contento porque tienes!
Pero ¿cómo puedo comer y beber cuando
arrebato a los hambrientos lo que como
y mi vaso de agua falta a un sediento?
Y sin embargo, como y bebo.
Me gustaría también ser sabio.
Los viejos libros dicen qué es ser sabio:
mantenerse fuera de las luchas del mundo
y nuestro breve tiempo prodigarlo sin miedo.
Pasar sin violencia,
pagar el  mal con el bien
no realizar los deseos y olvidarlos
es tenido por sabiduría.
No puedo hacer todo eso:
en verdad, !vivo en tiempos sombríos¡

II

Llegué a las ciudades en los años del desorden
cuando reinaba el hambre.
Estuve entre los hombres en tiempos de revuelta
y me indigné con ellos.
Así pase el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.
Tomé mi alimento entre las batallas.
Para dormir yací entre los asesinos.
Viví el amor con negligencia
y miré la Naturaleza con avidez.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.
En mis tiempos, las calles conducían al pantano.
El lenguaje denunciaba al carnicero.
Yo podía muy poco pero creo que los poderosos
se sintieron más seguros sin mí.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.
Las fuerzas fueron mínimas.
La meta esperaba en la lejanía.
Ésta fue claramente visible aunque también para mí
apenas alcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.

III

Vosotros, los que emergéis de la marea
en la que nosotros nos hundimos
pensad
-cuando habléis de nuestras debilidades-
en los sombríos tiempos de los cuales escapasteis.
Nosotros deambulamos
-a menudo cambiando más de país que de zapatos-
a través de las guerras de clase
desesperados
cuando no había sino injusticia y ninguna protesta.
Desde entonces sabemos con certeza:
también el odio contra la bajeza
desfigura los rasgos.
También la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Ay, nosotros
que quisimos preparar el campo para la amistad
no pudimos ser amistosos.
pero vosotros, cuando hayais llegado tan lejos
que el hombre sea una ayuda para los hombres
pensad en nosotros con indulgencia.


[Traducción original de Eduardo Gómez - La Hojarasca]