sábado, 24 de julio de 2010

Nina Simone por Sam Shepard

Nina Simone by Sam Shepard


Nina Simone. Fotografía: Mario Algaze


Yo solía llevarle cubitos a Nina Simone. Ella me trataba siempre de forma encantadora. Me llamaba “guapo”. Le llevaba toda una enorme bandeja de plástico gris llena de hielo para enfriar su Scotch.

Ella se arrancaba su peluca rubia y la arrojaba al suelo. Debajo, su verdadero pelo era corto, como una oveja negra recién trasquilada. Se quitaba las pestañas y las pegaba al espejo. Sus párpados eran gruesos y los llevaba pintados de azul. Siempre me hacían pensar en una de aquellas Reinas Egipcias que salían en el “National Geographic”. Tenía la piel brillante de tan húmeda. Se enroscaba una toalla azul al cuello y luego se inclinaba hacia adelante y apoyaba los codos en las rodillas. El sudor le resbalaba por la cara hasta caer y salpicar el suelo rojo de cemento, entre sus pies.

Solía terminar su actuación con “Jenny pirata”, la canción de Bertold Brecht. Siempre cantaba esa canción con una grave voz penetrante y vengativa, como si ella misma hubiera escrito la letra. Su actuación apuntaba directamente a la garganta de su público de blancos. Luego apuntaba al corazón. Luego apuntaba a la cabeza. En aquellos tiempos estos disparos eran un balazo mortal.

La canción de su repertorio que me dejaba verdaderamente paralizado era “You’d Be So Nice to Come Home To”. Siempre me dejaba helado. A veces la oía mientras estaba en la sala, recogiendo vasos de Whiskey Sour, y ella iniciaba aquel tremendo terremoto pianísimo, con su voz fantasmal serpenteando hasta elevarse por encima de los acordes que se amontonaban poco a poco. Mis ojos subían directamente al escenario y mis manos seguían trabajando.

Un día tiré una vela mientras ella estaba cantando esta canción. La cera ardiente se derramó en un traje de ejecutivo. El director me llamó a su oficina. El ejecutivo estaba también allí, con sus pantalones manchados con un reguero de cera endurecida. Parecía que acababa de correrse. Esa noche me despidieron.

Afuera, en la calle, todavía me llegaba su voz desde el otro lado de las paredes de cemento: “You’d be Paradise to come home to”.

28/9/80
San Francisco, Ca.

Por Sam Shepard. De su libro 'Crónicas de Motel', colección de apuntes y relatos escritos en habitaciones de moteles que inspiró la película de Wim Wenders 'Paris, Texas'.


I used to bring Nina Simone ice. She was always nice to me. She used to call me "Daahling." I used to bring her a whole big gray plastic bus tray full of ice to cool her Scotch.

She'd peel off her blonde wig and throw it on the floor. Underneath, her real hair was short like a sheared black lamb. She'd peel off her eyelashes and paste them to the mirror. Her eyelids were tick and painted blue. They always reminded me of one of those Egyptian Queens like I'd seen in National Geographic. Her skin was shining wet. She'd wrap a blue towel around her neck then lean forward resting both elbows on her knees. The sweat rolled off her face and splashed on the red concrete floor between her feet.

She used to finish her set with the "Jenny the Pirate" song from Bertolt Brecht. She always sang that song with a deep penetrating vengeance as though she'd written the words herself. Her performance was aimed directly at the throat of a white audience. Then she'd aim for the heart. The she'd aim for head. She was a dead shot in those days.

The one song she sang that really killed me was, "You'd Be So Nice to Come Home To." It always froze me in my tracks. I'd be out on the floor collecting Whiskey Sour glasses and she'd start that rumbling landslide piano with her ghostly voice snaking through the accumulating chords. My eyes would go up to the bandstand and stay there while my hands kept on working.

I knocked over a candle once while she was singing that song. The hot wax spilled all over a businessman's suit. I was called into the manager's office. The businessman was standing there with this long splash of hardened wax down his paints. It looked like he'd come all over himself. I was fired that night.

On the street outside I could still hear voice coming right through the concrete walls:"You'd be Paradise to come home to".

9/28/80
San Francisco, Ca.

By Sam Shepard. From his book 'Motel Chronicles', inspiration for the 1984 Wim Wenders film 'Paris, Texas'.



Sam Shepard. Fotografía: Bruce Weber



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Nina Simone·'You’d Be So Nice to Come Home To'



“El film que yo había querido hacer en los Estados Unidos estaba ahí, en ese lenguaje, en esas palabras, esa emoción americana. No como un guión, sino como una atmósfera, un sentido de la observación, una suerte de verdad”, Wim Wenders sobre el libro 'Crónicas de Motel' de Sam Shepard. "The film I had wanted to do in the United States was there, in that language, in those words, that American emotion. Not like a script, but as an atmosphere, a sense of observation, a kind of truth ", Wim Wenders on Sam Shepard's 'Motel Chronicles'.