miércoles, 13 de noviembre de 2013

Opio



De la cubierta del libro: "Este libro contiene los diarios que el genial autor escribió durante el proceso de desintoxicación de la adicción al opio que sufrió durante un tiempo, desde la muerte de su compañero Raymond Radiguet en 1923 hasta el final de sus días. Durante un año* de su convalecencia en el sanatorio, Cocteau nunca dejó de escribir y dibujar, y sus particulares interpretaciones y críticas dieron lugar a este extraño y genial testimonio.
Para él, escribir y dibujar eran en esencia la misma actividad, el mismo acto creativo: “Escribir es lo mismo que dibujar: anudar las líneas de tal suerte que se transformen en escritura, o desanudarlas de tal suerte que la escritura devenga dibujo”. Así, a lo largo de los días, los instantes, un libro nace ante nuestros ojos, compuesto de anotaciones, de juegos de palabras, de juicios poéticos. A los comentarios sobre la literatura y los escritores (Proust, Raymond Roussel) se suman críticas de cine (Buster Keaton, Chaplin, Eisenstein, Buñuel), de poesía, de arte... En definitiva, de cualquier manifestación artística. Y todo ello bajo la punzante presencia del opio. “Todo lo que uno hace en la vida, y lo mismo en el amor, se hace a bordo del tren expreso que rueda hacia la muerte. Fumar opio es abandonar el tren en marcha; es ocuparse en otra cosa que no es la vida ni la muerte”. De este modo Jean Cocteau se adentra en la gran tradición de los poetas visionarios: De Quincey, Baudelaire y, sobre todo, Rimbaud. "
*Diciembre 1928 a Abril 1929

Página 7: Seguramente se me acusará de falta de decoro. Me gustaría carecer de decoro. Es difícil. La falta de decoro es el signo del héroe.
Me refiero a una falta de decoro hecha de cifras, de notas de hotel y de ropa sucia.

Página 12: En el opio, lo que lleva al organismo a la muerte es de orden eufórico. Las torturas se producen por regresar a contrapelo a la vida. Las venas sufren el trastorno de una primavera súbita que arrastra bloques de hielo y torrentes de lava.
Aconsejo al enfermo que lleve ocho días de abstinencia que hunda la cabeza en un brazo, que pegue la oreja a ese brazo y que espere. Devastación, motines, fábricas que vuelan por los aires, ejércitos que huyen, diluvio, la oreja escucha el apocalipsis de la noche estrellada del cuerpo humano.

Página 16: No espereis de mí que traicione. Naturalmente, el opio sigue siendo único, y su euforia, superior a la de la salud. Le debo mis horas perfectas. Es una lástima que en vez de perfeccionar la desintoxicación, la medicina no intente convertir el opio en inofensivo.
Pero aquí volvemos a caer en el problema del progreso. ¿El sufrimiento es una regla o un lirismo?
Creo que, en una tierra tan vieja, tan arrugada, tan remendada, con tantas componendas y convenciones dañinas y risibles, el opio eliminable suavizaría las costumbres y causaría más bien que el mal que causa la fiebre de actuar.

Página 20: El opio no soporta a los adeptos impacientes, a los derrochadores. Se aparta de ellos, les deja la morfina, la heroína, el suicidio, la muerte.

Página 20: Ciertos organismos nacen para convertirse en presas de las drogas. Exigen un correctivo sin el cual no pueden establecer contacto con el exterior. Flotan. Vegetan entre dos luces. El mundo es un fantasma hasta que una sustancia le dé cuerpo.
Algunos de estos infelices viven sin encontrar jamás ningún remedio. A otros el remedio que encuentran les mata.
Es una suerte cuando el opio equilibra esas almas de corcho y les ofrece un traje de buzo. Porque el opio siempre les será menos perjudicial que otras sustancias y que la invalidez que ellos intentan curar.

Página 44: Después de cinco pipas, las ideas se deformaban, se desleían lentamente en el agua del cuerpo con los nobles caprichos de la tinta china, con los escorzos de un nadador negro.

Página 48: El ritmo de nuestra vida se desarrolla por periodos, todos iguales, sólo se presentan de una forma que los hace irreconocibles. El acontecimiento-trampa o la persona-trampa son tanto más peligrosos cuanto que responden a la misma ley y llevan la máscara con sinceridad.
A la larga, el sufrimiento nos pone en guardia y detecta muchas trampas. Pero, a menos que uno se niegue, insípidamente, a vivir, ciertas trampas hay que aceptarlas pese a que sepamos que comportan consecuencias nefastas. Lo sabio es enloquecer cuando las circunstancias valen la pena.

Página 54: La función del poeta no es demostrar, sino afirmar sin suministrar ninguna de las fatigosas pruebas de que dispone y en las que basa su afirmación.

Página 62: Como el amor, como el mareo, la adicción lo invade todo. Es inútil resistirse. Primero un malestar. Luego las cosas se agravan. Imagínese un silencio que corresponda al lamento de miles de niños cuyas nodrizas no vienen a amamantarles. La inquietud amorosa traducida a lo sensible. El imperio de la ausencia, un depotismo negativo. Los fenómenos se precisan. Moares eléctricos, champán en las venas, sifones helados, rampas, sudor en la raíz del cabello, boca pastosa, mocos, lágrimas. No insista. Su valor es inútil. Si aguarda demasiado, ya no podrá ni coger el instrumental y cebar la pipa. Fume. El cuerpo sólo esperaba noticias. Basta con una pipa.

Página 63: Todos llevamos dentro algo apretado, como esas flores japonesas de madera que se despliegan en el agua.

Página 70: No soy un desintoxicado orgulloso de su esfuerzo. Me avergüenza haber sido expulsado de ese mundo en que la salud se parece a esas películas horribles en que aparece algún ministro inaugurando una estatua.

Página 71: El fumador se funde con los objetos que le rodean. De su mano cae un cigarrillo, un dedo.

Página 72: Picasso me decía: "El olor del opio es un olor interesantísimo. Sólo se puede comparar con el olor de un circo o de un puerto de mar".
El opio bruto. Si no lo encierras en una caja de cartón, poco tardará la serpiente negra en salir. ¡Tenga cuidado! Rastrea los muros, baja las escaleras, los pisos, gira, cruza el vestíbulo, el patio, el arco de la entrada, y pronto se enrrollará alrededor del cuello del agente de policía.

Página 80: A los poetas nos obsesiona la verdad, queremos contar detalladamente lo que nos impresiona. "Esto es muy suyo", ese es el elogio que obtiene siempre nuestra exactitud.
El crédito que merece la honestidad de nuestras relaciones con lo que sólo nosotros podemos ver, que se puede calcular por la incredulidad admirativa que despierta nuestra exactitud con los espectáculos visibles y cotidianos.
Pero es que el poeta no pide admiración; lo que quiere es ser creído.


Jean Cocteau, 'OPIUM Diario de una desintoxicación' (1930).
Editorial Planeta, Serie BackList, 2009. 19 € aprox.