martes, 24 de diciembre de 2013

Belushi



John Belushi, NY, Sept 1981. Marcia Resnick


— In early September 1981 I spotted John Belushi in the New York after hours club AM PM. I asked him when he was going to do a photo session with me for my series Bad Boys: A Compendium of Punks, Poets and Politicians. He said, “Now”. I didn’t believe him, until upon returning home at six am I saw a limousine waiting in front of my building. I turned on the music as John and his entourage filed into my loft. I then directed John to an area lit by strobe lights and I began shooting.

John paced around like a caged animal, fidgeting incessantly. He seemed unable to sit still for my camera, uncanny for someone known for being deliberate and fluid when performing. “Where are the props?”, he queried. I first gave him sunglasses, then a scarf. He requested a beer, then a glass. After donning a black wool ski mask that he took off a nearby mannequin, he settled into a chair. Only his eyes and mouth peeked through the openings in the mask. The large, ominous and anonymous ‘executioner’ had finally reached his comfort zone.

Marcia Resnick

— A principios de Septiembre de 1981 me encontré con John Belushi en el after AM PM de Nueva York y le pregunté cuándo iba a poder hacerle una sesión fotográfica para mi serie 'Chicos Malos: Un Compendio de Punks, Poetas y Políticos'. Me contestó "Ahora". No le creí hasta que volvía a mi casa a eso de las 6 de la mañana y ví una limusina esperando frente a mi edificio. Puse música cuando entramos con John y su tropa en mi loft. Entonces acompañé a John a un rincón iluminado por focos y empecé a fotografiarle.

John se comportaba como un animal enjaulado, agitándose nervioso. Parecía incapaz de quedarse quieto para una foto, sorprendente si tenemos en cuenta que era famoso por manejar con fluided y actitud sus actuaciones. "¿Dónde tienes la utilería?", interrogó. Primero le alcanzé unas gafas de sol, luego una bufanda. Él pidió una cerveza, luego un vaso. Acto seguido se hizo con un pasamontañas que vió en un maniquí que había por allí y se sentó en una silla. Sólo su boca y los ojos asomaban por la máscara. El enorme "verdugo" anónimo y ominoso había encontrado por fin su área de descanso.

Marcia Resnick